Verdi, la ópera ¿y las mujeres?

VerdiDe la historia de Verdi me fascina descubrir las cenizas previas al éxito. Su segunda ópera, Un giorno di regno, fue un fracaso. En tres años sucesivos mueren su hija, su hijo y su mujer. Nada parecía pronosticar que Verdi saldría de esa etapa negra para convertirse en el compositor de las óperas que más se tararean. Este año se celebra el bicentenario de su nacimiento en un pueblito de la provincia de Parma. Hijo de hostelero e hilandera, a los 8 años sustituyó al organista de la iglesia. Entre los 13 y los 18 compuso obras sacras, piezas instrumentales, una obertura para una ópera, coros… Pero no fue admitido en el conservatorio de Milán (que hoy lleva su nombre) por la incorregible posición de sus manos y porque era extranjero (en la Italia no unificada de la época).

Verdi es el autor de la ópera que más se reseprensa en el mundo: La Traviata. Fue la primera ópera que vi, versión económica en un teatro de la Gran Vía. Sentía curiosidad y al mismo tiempo cierto respeto o distancia al acercarme tímidamente al bel canto. Me gustó. Mucho.

Años después la ópera se fue cruzando en mi camino de diversas formas, hasta que un día una amiga me hizo escuchar esta pieza de Monteverdi, Pur ti miro (de L’incoronazione di Poppea). El primer gran dúo de amor de la historia de la ópera. Imposible no quedarse colgada de una nube ante tanta belleza. Te atrapa, te envuelve, te eleva.

Siguiendo las recomendaciones de mi amiga, hice un curso de historia y apreciación de la ópera en el Teatro Real. Una experiencia preciosa para una principiante en la materia. Ante mis ojos (y adentrándose en mis oídos) fueron desfilando las óperas de Mozart, Puccini, Wagner, Rossini, Bizet, Donizetti, Straus, Leoncavallo…

Maravilloso conocerlos. Pero constantemente me preguntaba: ¿dónde están las mujeres? ¿No hay compositoras de ópera?

francesca cacciniLas hay. La búsqueda en la red me las ha ido mostrando, como si de una revelación prohibida se tratara. Y así he conocido a la compositora, cantante y poeta italiana Francesca Caccini. Su primera ópera La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina  se estrenó en 1625. Tuvo tal éxito, que fue la primera ópera italiana representada fuera del país.

Nacida en Venecia, Barbara Strozzi fue una gran compositora. Escribió arias y duetos, publicando ocho volúmenes de obras que incluían más cantatas que cualquier otro compositor del siglo XVII.

Élisabeth Jacquet de La Guerre nació en 1665 y con sólo cinco años ya ofreció un concierto a Luis XIV. Fue la primera mujer que compuso una ópera en Francia.

En el siglo XIX Louise Bertin compuso y estrenó La Esmeralda, basada en El Jorobado de Notre Dame, con libreto del propio Victor Hugo.

Pauline Viardot, cantante y pianista, compuso algunas óperas de cámara. Entre ellas Cendrillon, representada en el París de 1904.

La sufragista inglesa Ethel Smyth escribió seis óperas. The Wreckers es la que más fama musical alcanzó. Siguiendo con las británicas, Elisabeth Lutyens compuso bandas sonoras y seis óperas (entre ellas Isis and Osiris).

Entre Inglaterra y Estados Unidos desarrolló su carrera la australiana Peggy Glanville-Hicks, autora en 1954 de The Transposed Heads, basada en un relato de Thomas Mann.

La norteamericana Deborah Drattell ha escrito cinco óperas (Nicholas and Alexandra) y ha conseguido estrenar todas.

UnknownLa escocesa Judith Weir es autora de A Night at the Chinese Opera, entre otras. Thea Musgrave tiene diez óperas publicadas. Mary, queen of Scots es la más famosa, estrenada en 1978 en Edimburgo. Uno de los nombres más solicitados en la actualidad es el de la finlandesa Kaija Saariaho. Su primera ópera L’amour de loin fue un gran éxito.

En España encontramos a la valenciana Matilde Salvador. Fue la primera mujer que consiguió estrenar una ópera (Vinatea) en el Liceo de Barcelona en 1974. Años antes, en 1943, había estranado en Castellón La filla del rei Barbut, un acontecimiento musical en la época.

Que suene su música. Y que suenen sus nombres.