Celebrando el periodismo

95 años 21La revista 21 cumple 95 años. En un momento tan complicado, con el cierre de tantos medios de comunicación y más de 10.000 profesionales despedidos en los últimos cinco años, que una revista mensual celebre su 95º aniversario es motivo de celebración. Celebración consciente y reivindicativa porque nunca está nada ganado, porque estamos asistiendo al recorte del derecho constitucional de acceso a la información que tiene la ciudadanía, porque una población mal informada es más manipulable. El descrédito que sufre la profesión debería hacernos reaccionar. Tal vez nos hemos convertido en voceros y portavoces del discurso oficial, renunciando a la actitud vigilante, de denuncia, incómoda, que se espera de quienes ejercemos esto de informar. “Estamos vendiendo humo, cuando lo que ha ocurrido en periodismo es que hemos dejado de realizar nuestro trabajo. Hemos dejado de ser los vigilantes del poder para convertirnos en los amigos del poder”, dice Gervasio Sánchez. Conocida es la definición de Horacio Verbitsky: “Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar”. Añadía que consiste en ver y decir el lado malo de cada cosa, “que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?”. 

Muy crítica se muestra también Rosa Mª Calaf: “En este momento, el periodista es más lector de comunicados que investigador y controlador social. El periodismo está perdiendo su función de servicio a la sociedad. Está más al servicio de intereses empresariales y del poder que al servicio del ciudadano. Eso es muy peligroso. En una sociedad mal informada, o informada sólo según los intereses de algunos, el ciudadano de a pie lo tiene muy mal”.

¿Cómo explicar que los periodistas asisten a ruedas de prensa en pantallas de plasma en las que el poder político no consiente preguntas? ¿Miedo a perder el puesto de trabajo? Recuerda Ramón Lobo que “las redacciones no son cuarteles de la Guardia Civil ni centros de entrenamiento del Cuerpo de Marines, donde la obediencia ciega al mando es ley; las redacciones son centros de trabajo intelectual que se nutren de la diferencia de criterios, del debate, de la discrepancia educada. Antes se llamaba riqueza; ahora, rebeldía”.

Afirma Rosa Mª Artal que “cuando el periodismo huye –o lo arrojan- por una ventana, los enemigos invaden la estancia”. Los discursos oficiales inundan periódicos, radios y televisiones. Según Teresa Aranguren, “las palabras valen tanto para contar lo que pasa como para ocultarlo. La realidad no es solo cuestión de contraponer versiones porque hay versiones construidas precisamente para ocultarla. En información lo contrario de la parcialidad no es la equidistancia sino la búsqueda de los hechos, el esfuerzo por conocer lo que pasa y contarlo”. Respecto a ese periodismo “equidistante” que impera, Olga Rodríguez añade: “Escudándose en ella, en una aparente imparcialidad, cierto periodismo de masas mantiene un posicionamiento contínuo, reproduciendo narrativas marcadas por el pensamiento dominante y abandonando el compromiso que este oficio exige con los más débiles”. Explica que no se puede tratar por igual al que bombardea que al que es bombardeado, al asesino y a la víctima, al violador y a la mujer violada, al opresor y al oprimido, al ocupante y al ocupado, ni dar la misma credibilidad a una cifra y a su contraria. “Ser periodista es tomar partido por la verdad, estar al lado de las víctimas, de los derechos humanos, de la justicia”.

Para Pedro Sorela, “no todos los periodistas, ni el público, ni los patronos entienden que la diferencia entre un buen y un mal periodista es que el bueno piensa. Y para pensar ha tenido que leer unos cuantos libros. Ése es el periodista que sabrá mirar la realidad con una cierta madurez y sabrá extraerle la verdadera novedad”.

Aparentemente, son tiempos inciertos para el periodismo, con la aparición de las redes sociales, los soportes online, la supuesta desaparición del papel… Pero afirma Juan José Millás “que al periodismo sólo le salvará la buena escritura, la calidad y el interés de los textos”. Tenga el formato que tenga.

Termino, claro, citando a Ryszard Kapuscinski: “En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico”. Decía también Kapuscinski que “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

Y no le concedía neutralidad a la profesión: ”El verdadero periodismo es intencional. Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio”.