Va a ser que es esto lo que nos pasa. Preferimos creer (durante años) las mentiras consoladoras, reconfortantes, que nos mantienen en zonas de comodidad. Mejor eso que aceptar las verdades desagradables que hacen que todo se tambalee. Mejor creer que el Partido Popular no es una mafia capaz de crear un sistema de corrupción a modo de “organización constituida para delinquir” y robar a las instituciones como ‘modo de vida’ según la sentencia de la Gürtel. Es que eso sería muy fuerte. No, hombre, no. No será para tanto. Mejor creer a Rajoy, Cospedal y Aguirre cuando niegan sistemáticamente todo. ¿Caja B? ¡No hay Caja B! ¿Siglas en los papeles de Bárcenas? ¡Serán las iniciales de otra gente! Mejor creer eso, porque mira qué bien visten y qué señores y señoras son. Mejor pensar que no se ríen en nuestra cara.
Mejor escuchar que la sanidad pública y la educación pública no están en peligro con los recortes. Mejor creer que los profesionales de RTVE no han recibido presiones diariamente para ocultar la corrupción del PP y, en cambio, destacar (o inventar) cualquier cosa que perjudicara a Podemos e Izquierda Unida. ¿Pero cómo va a ser eso? No, hombre, no, eso aquí no pasa. Mejor creer que aquí no se persigue a cantantes ni se encarcela a raperos. Es más cómodo escuchar que nuestra democracia y nuestra Constitución y blablabla protegen la libertad de expresión. ¡Es que suena tan bien y da tanta paz! ¿Cómo va a haber organismos internacionales preocupados por los recortes de libertades en España?
Mejor no nombrar demasiado que ya tenemos un millón de mayores bajo el umbral de la pobreza. Mejor creer al ministro Zoido cuando dice que no hay motivos para retirarle la medalla pensionada al torturador Billy el Niño. ¿Quizá no hay motivos legales porque el PP impidió que fuera juzgado? No, hombre, no. ¿Cómo va a ser eso? Los torturadores franquistas riéndose de las víctimas no existen. Mejor no contamos que España es el segundo país del mundo con más desaparecidos.
Mejor seguir aferrados a mentiras muy cómodas porque son más fáciles de creer. Porque si las verdades se abren paso… y nos obligan a mirar esas realidades tan molestas… entonces… ¿en qué lugar quedamos como ciudadanía consentidora de todo esto?