La indiferencia también mutila

img4515-3-2Mutilar genitales, mutilar mujeres, mutilar vidas. Con la práctica de la ablación se cortan, literalmente, los genitales a más de tres millones de niñas cada año en 28 países africanos. Las consecuencias en su salud física y emocional son devastadoras y supone una violación de sus derechos humanos y sus derechos sexuales. La versión más extrema es la infibulación. Consiste en la amputación del clítoris, labios menores y parte de los labios mayores para coser luego las dos partes de la vulva cerrando la vagina y dejando sólo un agujero para que pase la orina y la sangre mentrual. Sin anestesia ni higiene. Se utilizan navajas, cuchillas, una lata, un vidrio roto o cualquier otro objeto que permita cortar. Tras el matrimonio, la vulva se abre con un cuchillo para que el marido pueda realizar el acto sexual y, después, el “cierre” vaginal vuelve a repetirse si él no está en la casa.

¿Por qué se hace? La idea es que las mujeres dejen de sentir placer sexual durante el coito, con lo que ya no serán infieles. Pero, además de controlar la sexualidad femenina, hay una base de prejuicios y falsos mitos sobre los que se justifica. Si no se hace, los genitales externos de las niñas crecerán de forma desproporcionada. Si la niña no es circuncidada antes del casamiento, el marido morirá. La matrona que ayuda a la madre en el parto quedará ciega. El bebé que nazca de una mujer sin circuncidar no será normal. Si la cabeza del bebé toca el clítoris durante el parto, morirá. Las niñas que no son circuncidadas son inmaduras y sucias. El clítoris produce una secreción que mata los espermatozoides. La ablación previene del contagio del VIH. La ablación protege a las mujeres de violaciones y abusos sexuales. Y existen mitos religiosos argumentando que en el Corán y la Biblia se defiende la ablación, pero no es así.

Lo aclaran desde World Vision en su campaña Stop Ablacion: la práctica de la ablación no está sustentada en la religión, ni siquiera en la religión musulmana, como se suele pensar. Numerosos estudios demuestran que ninguna religión la justifica o alienta. “Los restos de las momias egipcias femeninas que tienen alrededor de 4.000 años, indican que la infibulación (uno de los tipos de ablación) tiene su origen en el antiguo Egipto. La ablación femenina es muy anterior al Islam y no forma parte ni de las enseñanzas islámicas ni de la sexualidad musulmana”.  Añaden desde la ONG que algunas etnias de diversas espiritualidades han continuado con esta costumbre ancestral, utilizando la religión o la moral basada en los convencionalismos socio-culturales y los tabús de su entorno para la presión psicológica que infunde temor al rechazo y a la marginación. “Es importante destacar que no existe ningún versículo en el Corán que se refiera a la ablación femenina ni la recomiende”.

Se sigue realizando fundamentalmente por la falta de información de las familias que la practican, siguiendo la tradición, desconociendo las consecuencias físicas y psicológicas. El trabajo de organizaciones como World Vision ha demostrado que informando y educando se pueden erradicar esas práctcias. En Kenia, por ejemplo, se logró que más  de 600 familias decidieran no mutilar a sus hijas y las apoyaran para continuar sus estudios. Sí se puede. Lo hacen trabajando con las comadronas, sensibilizando a las familias y las comunidades, educando en las escuelas.

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Tolerancia Cero a la Ablación. Según los estudios de UNICEF y de World Vision, cada vez se tiende a practicarla a edades más tempranas, incluso en lactantes, para eludir las leyes que prohíben su práctica. El pasado 27 de noviembre, la Asamblea General de la ONU aprobó por primera vez una resolución que condena la mutilación genital femenina (MGF), exigiendo a los estados miembros su prohibición y castigo. De esta manera la práctica se reconoce internacionalmente como una violación de los derechos humanos.