“Dejé la muñeca para empuñar un fusil”

img4633-3-3María Yineth Salazar se convirtió en niña soldado a los 12 años en Colombia. “Dejé la muñeca y el lápiz para empuñar un fusil y convertirme en un objeto”. Hoy no he podido evitar recordar lo que me contaba hace tiempo, hoy sus palabras me vuelven a poner la piel de gallina como lo ha hecho el estremecedor corto de Esteban Crespo Aquel no era yo, nominado en los Premios Goya 2013. Y es que hoy se celebra el Día Internacional contra el reclutamiento de niños y niñas soldado.

Leo a Chema Caballero en el blog África no es un país y, junto a las cifras de los cientos de miles de menores que se utilizan en las guerras, aparecen propuestas muy concretas ante la pregunta ¿Yo qué puedo hacer? Pone también el foco en la complicidad de los Gobiernos occidentales y nos recuerda que España se ha consolidado como potencia mundial en el tráfico de armas. Frente a eso, el trabajo de las organizaciones y personas unidas en menoressoldados.org, denunciando, luchando, sensibilizando. Es el tipo de gente que va por delante, los y las que empujan a la sociedad para que cambie, avance y mejore.

¿Qué impulsa a una niña de 12 años a alistarse en la guerrilla? “La falta de oportunidades y de alternativas, nacer y crecer en la lógica de la guerra, la oferta de dinero, trabajo y comida en el grupo armado y, en muchos casos, la violencia intrafamiliar. A veces entrar en la guerrilla es optar a una vida mejor, ingresas para escapar de la realidad”. Así de claro lo explica María Yineth. Niños y niñas intentando escapar de la violencia metiéndose de lleno en ella. La violencia física, pero también la violencia social, la que generan la pobreza, las desigualdades sociales y las políticas económicas de los políticos que elegimos en nuestras democracias.

Pero María Yineth pone también el acento en lo que viene luego. ¿Qué pasa después de las armas? ¿Qué hay tras los duros años en los que la violencia se convierte en lo cotidiano, en los que pasas a ser una esclava sexual para los mandos superiores del grupo armado? ¿Qué existe al otro lado si logras sobrevivir, si escapas y no te matan, si alguna ONG logra rescatarte? “Las niñas sufren violaciones, embarazos, abortos forzados y enfermedades de transmisión sexual que las convierten en víctimas olvidadas e invisibilizadas, marcadas socialmente cuando se desvinculan del grupo armado”. Ella venció el miedo para escapar cuando tenía 16 años, pero ahí empezó un nuevo calvario de soledad y desprotección pese a los programas gubernamentales de desarme, desmovilización, rehabilitación y reinserción. En muchos casos las propias familias no quieren acogerlos porque representan un peligro por las posibles represalias que puedan tomar los grupos armados.

Con todo ese panorama en contra, María Yineth salió adelante. Ahora ayuda a otros menores que han pasado por lo mismo, acompañándoles en la recuperación de su autoestima para que encuentren su proyecto de vida y recuperen su identidad en el proceso de integración a la vida civil. Os dejó el reportaje ¿Y después de las armas, qué? donde está mejor explicada su historia.

Entendí, por fin, el conflicto colombiano leyendo País de plomo, de Juanita León. En alguna de sus páginas dice: “la paz no sólo significa el silenciamiento de los fusiles sino acabar con las profundas desigualdades económicas y sociales”.