Lo que duele es el desamor. Lo que nos hace sufrir es la frustración, la decepción, el enfado, los celos, la dependencia, la necesidad de control. Pero no el amor. El amor te hace volar, sentir plenitud, vibrar, experimentar la conexión al cosmos.
Toda esta exaltación romántica viene porque ayer charlaba sobre el tema y he recordado un reportaje que publicó Victoria Luna en la revista 21 titulado Las enfermedades del amor (o el amor que no es amor). No es amor una relación tóxica, un vínculo enfermizo, ni aquello que genera angustia y dolor. En él aparece el testimonio de una representante de la Asociación de mujeres que aman demasiado.
Vino a mí hace dos años el libro Cómplices, más allá de las relaciones de dependencia (Editorial Integral), de Miriam Subirana. Lo leí con gran interés (y aprendí mucho) para entrevistar a su autora. A lo largo de sus páginas va desgranando los grandes arquetipos del amor romántico -ése que fomenta la desigualdad dentro de la pareja- y explica qué es la masculinidad tóxica, el analfabetismo emocional, la necesidad dependiente de muchas mujeres y el lastre social y cultural que impide llegar a relaciones más plenas, en las que se ama sin atar y sin poseer.
Nada de buscar la media naranja, dice Subirana: “El verdadero amor es aquel que nos hace libres y surge del encuentro entre dos enteros y no de la creencia o búsqueda de la unión de dos mitades. La naranja entera eres tú”.
A partir de ahí, cuando no necesitas al otro para ser feliz porque ya lo eres, se puede construir. Es posible amar cuando te amas. Logras edificar cuando aprendes a soltar, a desprenderte, a cuestionarte tus creencias, a abrazar la incertidumbre, a dejar morir lo que ya no sirve.
En aquellos días en los que leía el libro, escuché a Eduardo Galeano en una entrevista decir que “el miedo paraliza la energía del cambio”. Superado ese pánico al abismo, la imagen que propone Subirana es la de dos personas plenas caminando juntas, sumando, creciendo, pero preservando su identidad personal, individual, única.
Espero que no me haya quedado muy cursi el post (aunque, según Leo Bassi, lo más subversivo hoy en día es la dulzura y el romanticismo).
Me gusta la palabra cómplices. Cómplices para crear una realidad mejor.
Precioso post y nada cursi.
Me gusta como acabas el post, pero dices que el verdadero amor es aquel que nos hace libres, pues bien, yo diría que todo lo contrario. EL verdadero amor es el que te adormece la razón, te engancha como una droga y te crea una necesidad adictiva. También dices que cuando uno no necesita al otro para ser feliz es cuando se puede construir, pues yo creo que cuando pasa eso “se acabó” el AMOR. Porque una de las definiciones de AMOR la has hecho tu, pero quitando el “no”, es decir, AMOR: Cuando se necesita al otro para ser feliz. Desde luego cuando hay amor si hay COMPLICIDAD. Pero ¡VIVA el AMOR! siempre
Interesante lo que dices, Luismi. Con tanto matiz ahora mismo estoy hecha un lío y ya ni sé lo qué es el amor… 😉 Gracias por tu aportación.