Gioconda Belli: “La crisis de la imaginación es la más seria de todas”

Dice que no escribe para esconderse sino para desnudarse. Quizá su éxito reside en que sabe conectar con los lectores de una forma directa y clara. Gioconda Belli (Managua, 1948) ha dejado huella de su militancia personal (luchó en el Frente Sandinista en Nicaragua) en su poesía y prosa, donde el compromiso politico, la sexualidad, la maternidad, las emociones y la intuición son protagonistas. Sus novelas han sido traducidas a más de 14 idiomas, ha recibido numerosos premios y es miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua. La autora de La mujer habitada, Sofía de los Presagios, Waslala, El pergamino de la seducción o El infinito en la palma de la mano afirma que hay que feminizar la política y asegura que “no es bueno censurar las grandes ideas porque sean grandes”. 

¿Cómo fue el momento en que su abuelo le ‘presentó’ a Julio Verne cuando era niña? 

Mi abuelo era como un personaje de novela y siempre nos traía libros de regalo a mis hermanos y a mí. Pasaba con nosotros los veranos en la playa y en uno de esos veranos, apareció con Viaje al Centro de la Tierra, de Julio Verne. Todavía recuerdo el olor de las páginas de ese libro…

¿Desde entonces su sangre acarrea letras dentro de su cuerpo?
Para decirlo poéticamente, sí. Tengo una sangre muy literaria, una sopa de letras. Fui lectora ávida desde muy chiquita. Según mi madre aprendí a leer sola. Dice que un día empecé a leer todos los rótulos en la calle y así ella y mi padre se enteraron de que ya sabía leer.

Su poesía revolucionó la forma de abordar la sensualidad femenina. ¿El cuerpo y el erotismo siguen siendo un tabú?
Es interesante que, a pesar de la liberalización que se ha dado en las últimas décadas en relación a lo sexual, del desparpajo sexual que hay en el mundo del cine, del rock, de todo lo pop, la sexualidad femenina sigue siendo un tema controversial cuando es la mujer la que la asume. Vivimos en sociedades muy erotizadas aparentemente, pero el erotismo aceptado es el que considera a la mujer objeto. El erotismo en que la mujer celebra su propia sensibilidad y se hace dueña de su cuerpo es todavía altamente subversivo, según parece.

¿Cuerpo y alma tienen el mismo valor? ¿Qué representa el mundo espiritual para usted?
Yo no encuentro que haya una división entre cuerpo y alma. No hay espiritualidad sin cuerpo porque es a través del cuerpo que los seres humanos experimentamos la vida. Atribuirle al cuerpo un valor negativo ha sido una manera de tratar de explicarnos la fuerza de los instintos que no logramos controlar. Esta división es falsa, a mi juicio, y ha hecho mucho daño, sobre todo a las mujeres, en quien se depositaron todas las asociaciones negativas de la sexualidad.

Su poesía es también revolucionaria, refleja su compromiso ideológico. ¿Cree en el poder de la palabra para cambiar la realidad social?
La palabra es la más alta expresión de nuestra humanidad. Los cambios requieren conciencia sobre lo que se quiere cambiar y por qué. Las palabras son las que permiten que esa conciencia se transmita y genere acciones colectivas.

¿Se puede ser sandinista, de izquierdas y feminista en la Nicaragua de hoy?
Uno puede ser lo que quiera en cualquier parte, siempre y cuando esté dispuesto a pagar el precio que significa ser consecuente con sus propias ideas.

Estamos viviendo una época de retrocesos en derechos sociales, recorte de libertades, perversión de lo que debería ser una democracia… ¿Hacia dónde vamos?
Hay un cambio de paradigma muy grande que no acaba de estabilizarse. Me parece que hay muchas cosas nuevas positivas que están en ciernes, pero lo viejo no quiere ceder. El empuje por la democracia está cuestionando el tipo de democracia que existe. Por un lado hay un impulso por radicalizarla, pero por otro, paradójicamente, en América Latina sobre todo, hay un intento de disfrazar métodos dictatoriales bajo el manto de un exacerbado populismo. Yo espero que el populismo pase y que deje, al menos, más gente que haya tenido acceso a la educación y que pueda replantearse y democratizar más allá de la propaganda, los modos de funcionar del Estado y su relación con la sociedad. En Europa creo que estas crisis traerán concepciones nuevas y cuestionamientos serios sobre el laissez-faire de los mercados. Yo soy optimista. Cuando se llega al fondo, no queda más que salir a flote y para esto, hay que desenvainar la imaginación. La crisis de la imaginación es la más seria de todas.

¿Se ha instalado el miedo como arma de control social?
No creo que haya más peligros hoy que durante las dictaduras. Pienso que el individualismo exacerbado de las últimas décadas nos ha hecho más cobardes. Cada quien quiere proteger su pequeña parcela, su burbuja, y el coraje que antes resultaba en grandes movimientos colectivos tiene ahora menos repercusión social. Hay mucha gente valiente, sobre todo en la juventud porque tiene menos que perder; pero por otro lado, hay también más apatía y aislamiento.

Estudió en España y viene cada cierto tiempo por aquí. ¿Cómo es el país y la sociedad que se está encontrando últimamente?
Creo mucho en España. Lo que sucedió después de la dictadura de Franco mostró el potencial extraordinario que hay. Quizás el exceso de optimismo y, bueno, tantas otras cosas, han llevado a la crisis actual, pero estoy segura de que España saldrá de este aprieto, igual que ha salido de tantos. La dinámica social es muy progresista actualmente. Espero que las mujeres jueguen un papel en el cambio que necesita España. El recambio generacional es urgente, a mi juicio. Yo espero ver una mujer como Carme Chacón, por ejemplo, llegar a ser presidenta.

¿Qué significa feminizar la política? 
Todo lo que pienso de eso está en mi última novela, El País de las Mujeres. Me divertí mucho escribiéndola y haciendo volar la imaginación. Básicamente significa gobernar para poner en primer lugar la mejoría en la vida cotidiana de la gente. Significa utilizar las cualidades femeninas del ser humano en los enfoques políticos, cuidar el país y su gente como una mujer cuida su casa y sus hijos, barrer lo que está mal, desarrollar el concepto de cuidadanía.

Cuéntenos qué es eso del Partido de la Izquierda Erótica, que ya tiene hasta web…
Creo que estamos haciendo el primer partido global del mundo (risas) porque las mujeres en todas partes tenemos problemas semejantes. La idea es generar un modo distinto de agruparse, coordinarse y de hacer cambios importantes adecuando estrategias comunes a las particularidades de cada quien. El PIE es un partido sin jerarquías, totalmente horizontal, erótico, divertido; se trata de devolverle el gozo al quehacer político, devolverle su carácter de creación conjunta, de sueños compartidos, de laboratorio de ideas y experiencias. Pueden unirse todas. Se permite la doble, triple afiliación (risas). No hay que dejar de ser de otro partido para ser del PIE.

¿Qué pueden aportar la belleza, la imaginación, la creatividad y el sentido del humor a estos tiempos de crisis?
Bueno, nada ganamos con deprimirnos. Al contrario, deprimidos no pensamos siquiera. Hay que recurrir a esas fuentes ocultas de la fuerza humana que se activan en los momentos de crisis. Hay que creer que tenemos la capacidad de salir del atolladero, siempre y cuando no dejemos las respuestas en manos de burócratas y participemos activamente en la búsqueda de soluciones.

Habrá quien diga que no son tiempos para utopías y sueños… ¿Qué responde?
Que es peor tiempo aún para el cinismo. Más bien creo que el problema es que ha estado demasiado en boga eso de que no hay que creer en utopías y sueños. No es bueno censurar las grandes ideas porque sean grandes. A grandes problemas, grandes soluciones, diría yo.

¿Cómo sueña que podrían ser las relaciones entre los seres humanos, en lo personal y en lo colectivo?
No sé cómo irán a ser. Lo que sí sé es que hay cada vez más gente en el mundo y que la única manera de imaginar una felicidad individual es imaginando un bienestar colectivo porque si no, tarde o temprano, el espacio personal se verá afectado. ”Ningún hombre es una isla”, como dijo el poeta inglés John Donne.

Hoy en día, ¿ser romántica es revolucionario?
Pienso que la revolución posible hoy en día es menos romántica de la que imaginamos en otras épocas, precisamente porque será más democrática y, por ende, más lenta. •

(Entrevista de Silvia Melero publicada en revista 21)