La comunicación como arma de transformación masiva

Cuando los medios fallan, cuando hay periodistas que mienten, la ciudadanía se empodera defendiendo el derecho de acceso a la información, haciendo de la comunicación una poderosa herramienta de transformación social. Es lo que se llama comunicambio. Y ya ha celebrado su primer congreso internacional en Castellón. Periodistas, investigadores, profesores, movimientos sociales, asociaciones, colectivos y ONG se reunieron para contarse, para comunicarse, poniendo sobre la mesa la originalidad y frescura de estrategias informativas que logran romper la censura y los silencios de los grandes medios tradicionales.

Uno de los ejemplos más oxigenantes para entender la importancia de “empoderarse desde la comunicación” es el colectivo Sanidad en Lucha. Ante el proceso de privatización de la sanidad pública en Madrid, el personal sanitario comenzó a organizarse, a protestar y convocó una huelga general. “Los medios convencionales no cubrían nuestra denuncia e hicieron una campaña de desprestigio hacia los trabajadores de la sanidad tachándonos de insolidarios”, explica Eduardo Fernández, de Marea Blanca. “El primer desafío era comunicar a la población. Así que el personal de hospitales empezó a crear sus propias cuentas en redes sociales para difundir”. Lemas claros (‘La salud es de todos y no puede ser un negocio’, ‘Privatizar es perder calidad’ y su exitoso ‘La salud no se vende, se defiende’) empezaron a circular por Facebook y Twitter. Sin olvidar las pancartas y la acción en las calles a través de iniciativas como las sábanas blancas en las ventanas, el lazo negro en los uniformes blancos o las mesas informativas en los hospitales para contarle directamente a los pacientes por qué se convocaba la huelga. “Se organizó una caja de resistencia para asumir el coste económico. Hubo un efecto contagio y conseguimos un apoyo masivo a la huelga y a nuestras movilizaciones”.

Todo formaba parte de una estrategia coordinada de comunicación que utilizaba todo tipo de acciones para llegar a la gente. “Difundimos vídeos caseros que se hicieron virales, contactamos con profesores de Periodismo para mejorar nuestras capacidades comunicativas, organizamos acciones como Abraza tu hospital o la Declaración de amor a la sanidad el 14 de febrero y recogimos casi un millón y medio de firmas”. Eduardo recuerda también las charlas en los barrios, con los vecinos, los escraches (reales y virtuales) contra las empresas privadas adjudicatarias de los hospitales, la consulta pública por la sanidad, etcétera. El resultado: la paralización del proceso privatizador, aunque “continúa la lucha y la presión”. Mediante un crowdfunding (financiación colectiva) recaudaron 180.000 euros para invertir en abogados en el proceso judicial. “Tuvimos que empoderarnos en las aplicaciones tecnológicas colectivas. Yo ni tenía Twitter cuando esto empezó. Las redes sociales fueron básicas para romper el bloqueo informativo de los medios tradicionales”.

Hackear la realidad. A menudo, los grandes medios silencian temas que se ven obligados a tratar cuando ya han tenido una gran repercusión en las redes sociales. Es el caso del documental Ciutat Morta, que denuncia uno de los casos más graves de corrupción, tortura policial y detenciones ilegales en Barcelona. Un tema que no ha abierto telediarios, informativos ni portadas de prensa (excepto en medios alternativos). Aunque ganaba premios en festivales de cine, ni el documental (realizado por Xapo Ortega y Xavier Artigas en colaboración con el semanario La Directa y la Comisión Audiovisual del 15M en Barcelona) ni la denuncia que hace aparecían en los medios. “Tenemos que hackear la realidad. Aún hoy, hasta que las cosas no se emiten en televisión no son verdad. Es necesario colarle a la sociedad temas sobre los que piensa que ya tiene una opinión formada (como el movimiento okupa, por ejemplo) rompiendo los estereotipos, códigos y clichés continuos”, dice Xapo.
El boca a boca empezó a funcionar. Hicieron proyecciones del documental en los barrios, en locales de asociaciones y la presión popular hizo que TV3 se viera obligada a emitirlo en Cataluña. Para conseguir que llegara al mayor número de gente posible, pusieron en marcha la campaña Baixa al bar implicando a bares en las proyecciones el día de emisión. Carteles, redes sociales, mensajes por el móvil… Lograron no sólo colar el tema en los medios sino obligar al Ayuntamiento de Barcelona a abordar este asunto. “Nos dimos cuenta de que la gente quería conocer relatos alternativos. Es necesario romper los códigos del periodismo continuamente censurados”, añade Xavi.

Comunicambio. De todo esto se ha hablado en el I Congreso Internacional de Comunicación para el Cambio Social (comunicambio) que se celebraba recientemente en Castellón. Una de sus impulsoras, Eloísa Nos, profesora de la Universidad Jaume I, comenta que ha sido un anti-congreso, un foro centrado en el aprendizaje conjunto, en la investigación de manera participativa y colaborativa desde la universidad pero con las ONG (sociedad civil estructurada) y los movimientos sociales.

“La comunicación construye e influye en las estructuras que nos regulan, en las políticas que decidimos. Todo comunica y comunicando lo construimos todo, así que las formas en que nos comuniquemos (qué voces incluyamos, qué formas empleemos, su creatividad, su imaginación) dibujarán las sociedades que tengamos”. Asegura que hay muchas cosas que se pueden hacer para avanzar en esa dirección. “Cambiar los medios de comunicación masivos, incluso desmantelarlos como dice Stephen Duncombe para poner sus recursos al servicio de la ciudadanía, de sus preocupaciones, de sus necesidades, como también reclama Víctor Sampedro, en lugar de que manipulen la opinión pública desde los intereses empresariales o de los grandes conglomerados de poder”. Habla también de alfabetizar mediáticamente a las personas para que puedan utilizar las herramientas comunicativas a su alcance, visibilizar esos otros discursos llenos de posibilidades de hacer las cosas de otras formas, denunciar las verdaderas causas de la pobreza y de la exclusión social como resultado de un modelo de crecimiento industrial y las reglas de comercio internacional. “No quedarnos en la caridad y la ayuda sino mostrar las causas de las desigualdades y abordarlas de raíz, con discursos de justicia social global que implican decisiones y acciones políticas y legislativas”.

Coincide, desde el Foro de Comunicación, Educación y Ciudadanía, Javier Erro. “No se habla de comunicación, se hace comunicación. Tenemos que contarnos para comunicarnos. Es necesario compartir un proyecto comunicativo que interpele las mentiras y medias verdades que ocultan las alternativas posibles”. Manuel Chaparro, profesor de Periodismo en la Universidad de Málaga, reclama nuevas narrativas y se pregunta: “¿Cómo vamos a facilitar el empoderamiento de la ciudadanía y la igualdad sin la comunicación como eje? La estupidización de la sociedad tiene que ver con los mensajes que dan los medios. Hay que romper con este imaginario trampa permanente”.

Insiste también Manuela Mesa, directora del Centro de Educación e Investigación para la Paz, en la necesidad de romper discursos dominantes con formas diferentes. Frente a los códigos del miedo, reivindica la risa, el optimismo, la esperanza, el humor. “Acciones como las flashmob en los bancos rompen la autoridad. Es importante porque los discursos construyen la realidad. Por ejemplo, trabajo hay y mucho, hay muchas cosas por hacer, lo que no se genera es empleo. Los discursos dominantes estereotipados se construyen, crean identidades. Se habla de la pobreza y pocas veces se pone el foco en los ricos, es la desigualdad la que genera pobreza”.

Sobre los lenguajes de la solidaridad, Carlos Ballesteros, profesor en la Universidad Pontificia Comillas, se muestra muy crítico con la manera de contar y de contarse de las ONG. “Hemos ido convirtiendo al militante en socio y al socio en donante, descomponiendo la base social para el cambio”. En este sentido, muchos tienen muy presente las palabras del ya fallecido Miguel Romero, referente en la comunicación para el cambio social, cuando defendía las alianzas con los medios comunitarios alternativos y denunciaba lo que llamaba “pornografía de lo humanitario” (telemaratones, apadrinamientos, asistencialismo, captura de socios en la calle) con una firme defensa de la justicia social y la cooperación entre iguales, como una causa común entre los países del Norte y del Sur. Decía que la comunicación es solidaridad, política, fraternidad, compromiso. “Una de las funciones más necesarias de la comunicación es humanizar la rebeldía”.

Base social. Cuenta Victor Sampedro (investigador de Ciberdemocracia) que los internautas españoles tienen un grado de activismo, asociacionismo y participación que es el doble al de la población en general. Reivindica Internet como espacio de contrapoder. “Gente que estaba en las plazas está ahora dirigiendo medios online. Las mentiras de los medios convencionales hicieron que apagáramos TVE y nos fuéramos a leer el blog de Ignacio Escolar”.

El experto colombiano Omar Rincón es crítico con el fetichismo tecnológico. “¿El mundo no existía antes de Internet? Todo eso funciona si hay base social, si le ponemos el cuerpo a la realidad, si hay educación, si hay ciudadanía”. Y, como educador, es crítico también con la labor docente. “Acabemos con el moralismo académico y mental, como si fuéramos repartidores de pecados y salvados. Los profesores no somos evangelizadores”. En esa línea se expresa Agustín García (Universidad de Valladolid): “Estamos formando comunicadores y el sistema educativo es castrador porque refuerza lo que hacemos mal”.

En Stop Rumores se encargan de formar agentes contra el rumor entre los adolescentes a través de charlas y talleres en institutos. “Se difunden muchos estereotipos sobre la inmigración. Los mensajes de los medios son constantemente los relacionados con la valla, la Policía y los tiros”, asegura Ignacio Sánchez. Por eso les parece importante frenar los estereotipos que acaban potenciando la discriminación y el racismo. “El rumor es rápido pero la contra-argumentación es larga y lenta, por eso gana el rumor que además tiene un efecto bola de nieve”.

La activista y periodista Lidia Ucher defiende la comunicación inclusiva. “No olvidemos la importancia de la comunicación, de la escritura, para la memoria colectiva. Aprendamos a comunicar en base a nuestras emociones y a hacerlo colectivamente apostando por la creatividad”. Y hace referencia al ocultismo en los medios del TTIP, el tratado de libre comercio que se negocia en silencio y que tiene importantes consecuencias en la vida de las personas y en el medio ambiente.

Otro tema invisible en la agenda mediática es el concepto de feminicidio, según Graciela Atencio (editora de feminicidio.net). “El feminicidio en España es un relato ausente. Desde 2010 hasta hoy han sido asesinadas 694 mujeres en España. Matar es una prerrogativa masculina. Pero la violencia contra las mujeres no es una cuestión de Estado”.

Susana Sanz (Plataforma Fíltrala) nos invita a hackear los medios para romper esos silencios. “Cada persona puede ser un medio. En Fíltrala estamos repensando el periodismo ante las leyes mordazas y las amenazas. Ahora las filtraciones son delito. Pues aquí están nuestras caras. Porque es imposible corregir abusos si no los conocemos y los denunciamos. Poca gente arriesga a hacer este tipo de periodismo”. Fíltrala es una plataforma de denuncia ciudadana que defiende que la verdad es un derecho humano. “A través de ella, cualquier persona puede mandar de forma segura y anónima documentos sobre delitos, corrupción o abusos para que salgan a la luz. Trabajan en colaboración con medios como eldiario.es, La Marea, Diagonal y Mongolia.

Susana (conocida en las redes como Suysulucha) ha ideado también otra manera de romper la censura ahora que ha entrado en vigor la Ley Mordaza el 1 de julio. Se trata de su perro Kiko (Kikoysulucha) con el que va a las manifestaciones. Kiko lleva una cámara en la cabeza y va grabando lo que pasa. Con la nueva ley, grabar e informar de abusos policiales puede ser delito. “De entrada, descolocas a los policías, que ante un perro con una cámara no saben qué hacer. Tenemos que buscar fórmulas creativas, originales, que les rompan los esquemas”.

Otro ejemplo para derribar muros informativos lo encontramos en Quepo, una entidad sin ánimo de lucro que impulsa el vídeo social como herramienta de denuncia, información y concienciación para fomentar la acción. Uno de sus fundadores es Pablo A. Zareceansky,director de Interferencies, proyecto con el que lograron sacar el tema de la deuda externa a la calle para que llegara a más gente a través de una película de ficción que llegó a estrenarse en salas de cine. Pablo describe la comunicación como algo vital para los seres humanos. “La comunicación es la respiración de la sociedad. Si no se comunica, muere. Y ya no la construye solamente el narrador. Ahora el público entra a transformarla”. •

(Reportaje de Silvia Melero publicado en revista 21)