Ir a una manifestación laica: calabozo y cinco años de juicio

Captura de pantalla 2016-09-15 a las 22.33.14Se ve que las calles de Madrid sí son para los peregrinos de la JMJ pero no para quienes se cuestionan que el dinero público vaya a ese tipo de eventos. Evento, éste en concreto, que cuenta además con la financiación de grandes empresas del IBEX35. Vayamos a los hechos: se celebraba la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Agosto de 2011. Y 150 organizaciones laicas y cristianas convocaron una manifestación bajo el lema De mis impuestos, al Papa 0. De manera aleatoria (como viene sucediendo, no son casos aislados), ocho personas fueron detenidas y golpeadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Trasladadas a comisaría, sufrieron nuevas agresiones por parte de la Policía. Si necesitaban ir al baño, como estaban con esposas, un agente les bajaba los pantalones. Dos de esas personas, por ser de otra nacionalidad, fueron amenazadas con la expulsión. “Fuimos introducidos en una sala con simbología nazi en la que tres encapuchados nos leyeron nuestros derechos”.

Lo cuentan en el comunicado que voy a reproducir íntegramente. Dos de las detenidas son dos mujeres a quienes conozco: Belén García Nieto y Flavia Tótoro. Recuerdo perfectamente el día que una amiga común me contó lo que había pasado. No daba crédito. Bueno, sí, esto pasa en nuestro Estado de Derecho, pero parece que no pasa. “Nos hicieron bajar agachadas hasta casi tocar el suelo con la cara hasta los calabozos. Una vez allí, nos desnudaron, nos obligaron a hacer sentadillas y nos encerraron en celdas separadas. Durante dos noches, se nos mantuvo sin agua, hidratados tan sólo por un zumo diario”. Fueron acusadas de “atentado y lesiones de manera organizada, con unas armas que jamás aparecieron”. Cuatro años y medio de calvario, con la amenaza de prisión sobre sus cabezas.

Belén o Flavia somos tú o yo. ¿No pasaste por ahí ese día? Menos mal, tuviste suerte, podrías haber acabado en un calabozo. Sí, así de sencillo. Sin hacer nada ilegal, sin delinquir, casi sin pestañear. Luego esos casos se ocultan y se silencian. “Algo habrán hecho para acabar ahí…”. Es eso de “primero vinieron a por ellas, pero como no era yo no dije nada”. Me gustaría insistir en que no es un caso aislado. Dejo algunas muestras que recogí en su momento en este blog:

COMUNICADO DETENIDXS 17A

El martes pasado, después de cinco largos años, finalizó el juicio de los detenidos durante la manifestación laica “De mis impuestos, al Papa 0”, convocada por más de 150 organizaciones laicas y cristianas.

La manifestación se desarrolló en un ambiente festivo y alegre hasta el encuentro con una contramanifestación de participantes de las JMJ en la Puerta del Sol. Lejos de velar por el desarrollo de la manifestación autorizada, los antidisturbios procedieron a desocupar la plaza de manera caótica y violenta.

Fue entonces cuando ocho personas fuimos detenidas de manera aleatoria e injustificada en distintos puntos de la plaza y gravemente golpeadas en el momento mismo de la detención. Negándonos atención médica alguna, se nos trasladó a la comisaría de Moratalaz donde, de nuevo, algunas fuimos agredidas por la policía. Durante aproximadamente cinco horas estuvimos esposados y obligados a permanecer con la cara contra el suelo. En las escasas ocasiones en las que se nos permitió ir al baño, tuvimos que hacerlo esposados mientras un agente nos bajaba los pantalones. Dos de las ocho personas, por el mero hecho de tener distinta nacionalidad, fueron amenazadas de expulsión de manera reiterada. Uno a uno, fuimos introducidos en una sala adornada con simbología nazi y en la que tres encapuchados nos leyeron nuestros derechos.

Transcurridas las primeras cinco horas, nos hicieron bajar agachadas hasta casi tocar el suelo con la cara hasta los calabozos. Una vez allí, nos desnudaron, nos obligaron a hacer sentadillas y nos encerraron en celdas separadas. Durante dos noches, se nos mantuvo sin agua, hidratados tan sólo por un zumo diario, con escasas visitas al baño y completamente ignorantes de la hora que era.
El segundo día fuimos interrogados de nuevo por un encapuchado sin saber cuántas horas más permaneceríamos encerradas.

Finalmente, más de cuarenta horas después de ser detenidas y tras declarar ante una jueza en Plaza de Castilla, fuimos puestas en libertad con los cargos de atentado y lesiones de manera organizada, con unas armas que jamás aparecieron y por lo que se nos pedía entre un año y medio y seis años y medio de prisión y 3260 € en multas e indemnizaciones. Además, se nos impuso la obligación de acudir a firmar al juzgado cada dos semanas.

En enero pasado, después de cuatro años y medio con la amenaza de la prisión pendiente sobre nuestras cabezas y la causa de Belén sobreseída, se nos convocó finalmente a juicio.
En la espera del mismo, el fiscal propuso a nuestros abogados un acuerdo por el cual se nos ofrecía una rebaja en la pena si todos nos reconocíamos como culpables de unos hechos de los que éramos completamente inocentes. Tras una tensa negociación, conseguimos separar los acuerdos para que quien quisiera pudiera defenderse ante un juez sin arrastrar a otros a una posible condena de cárcel y el juicio se aplazó ocho meses más.

El pasado 13 de septiembre tuvimos que volver al juzgado, donde nos encontramos con que el fiscal era otro y el acuerdo alcanzado en enero papel mojado. La negociación empezaba de nuevo, pero otra vez con la premisa de que todos debían admitir la culpa si queríamos evitar que alguno se arriesgara a entrar en prisión. Quienes quisieran confrontar con pruebas el testimonio de la policía debían asumir que podían arrastrar a prisión a otros compañeros amenazados con penas mayores. Todos debían aceptar la culpa, esto también incluía a Flavia, a la que pedían año y medio de cárcel y no corría riesgo de entrar en prisión. O, en caso contrario, el juez aplicaría la pena mínima para el resto: tres años de prisión; una petición que, respaldada por el testimonio de quince policías, era una condena definitiva. Acorraladas, amenazadas y chantajeadas, tuvimos que reconocer unos hechos que nunca cometimos.

Desde aquí queremos denunciar alto y claro la tortura a la que fuimos sometidas en la comisaría de Moratalaz, así como las amenazas de la fiscalía para hacer imposible toda defensa. El objetivo, evidentemente político, de estos hechos es el de disciplinarnos y someternos.
Pero las que luchamos por la dignidad y la libertad resistimos y seguimos rebrotando en cada primavera. No nos callarán. Ante su injusticia, nuestra solidaridad. Si nos tocan a una, nos encontrarán a todas.

Paco Serrano Romero
Flavia Tótoro
Belén García Nieto

https://detenidas17a.wordpress.com