Su tercer brazo es un violín. Para Ara Malikian su instrumento es como una prolongación más de su cuerpo. El músico que rompe todos los esquemas ha logrado hacer llegar la música clásica al gran público, incluido el infantil, haciendo de lo aparentemente serio algo divertido. Lo mismo toca Vivaldi que Radiohead, jazz o flamenco. Nació en Líbano y vive desde hace 15 años en España. Ha querido celebrarlo con un disco (15) y una gira que culmina por todo lo alto con varios conciertos acompañado de orquesta. Uno de ellos, este jueves, 15 de septiembre, en la plaza de Las Ventas de Madrid.
Viendo el ritmo de gira y de conciertos, ¿tomas algún complemento vitamínico que nos puedas recomendar?
Sí, de vez en cuando tomo algo, pero no sé si ayudan mucho. Lo que me hace ser capaz de mantener esto es que me gusta lo que hago, me motiva mucho, me encanta. Cansa mucho, pero al estar en el escenario te olvidas del cansancio.
¿Y tu violín piensa lo mismo? Una pena no poderlo entrevistar también…
Seguramente no pensará lo mismo… De hecho el violín no aguanta mi ritmo. Hace unas semanas tuve que cambiar y coger otro porque no aguantaba, ha petado especialmente este verano con todos los conciertos al aire libre. Ahora está en el hospital intentando recuperarse.
Dices que no eres tan friki como para ponerle nombre a tu violín o hablarle. ¿En que cosas sí es friki Ara Malikian?
En todo lo demás. (Risas). Cada uno tiene sus cositas. Yo soy muy diferente en la vida real a como se me ve en el escenario. Soy bastante tímido, tranquilo, pero en el escenario me convierto en otra persona. No soy tan loco como parezco.
Tu historia de amor con el instrumento empieza a los cuatro años en Beirut…
Mi padre me lo puso encima, era muy severo, me obligaba a estudiar cuando era muy pequeño. Yo quería ir a jugar con mis amigos y mi padre me encerraba en la habitación. Pero hoy día le estoy agradecido eternamente.
Siempre en las entrevistas te preguntamos por tu infancia durante la guerra del Líbano y siempre respondes rescatando recuerdos optimistas. A pesar del drama…
La verdad es que no sé si es algo que tenemos los humanos para superarlo. No sólo yo, cuando me junto con amigos de esa época en la guerra, hablamos y nos reímos de los momentos divertidos dentro de la tragedia. Es curioso, mi mente ha borrado lo malo y se ha quedado con lo bueno, cuando tocábamos música y nos divertíamos.
El violín en ese momento te cambió la vida. ¿Es lo que te permitió realmente salir del conflicto?
Absolutamente, por eso estoy tan agradecido. Gracias a que sabía tocar el violín pude salir del Líbano, fue el pretexto, me dieron una beca para estudiar en Alemania y a partir de ahí he podido estudiar, trabajar y tener una vida feliz. Todo gracias a la música.
Tuviste ayuda como refugiado y ahora colaboras con Acción contra el Hambre para que no nos olvidemos de los refugiados. ¿Tender la mano puede cambiar una vida?
Te puede cambiar la vida drásticamente. Lo que es muy preocupante con la situación de los refugiados ahora no es sólo que no tengan comida, agua, condiciones para sobrevivir, que es muy preocupante, pero lo peor es no saber qué va a pasar con sus vidas. Están pendientes de decisiones políticas, no saben si van a estar en los campos de refugiados unos meses o años. No pueden trabajar, los niños no pueden estudiar y eso es muy grave.
Has estado hace poco visitando a niños refugiados. ¿Tocando el violín no hace falta hablar?
Es la grandeza que tiene el arte, lo importante que es. Mucho más de lo que pensamos. La música nos une a todos los pueblos del mundo, nos comunica, nos hace respetar, y nos entendemos a través de ella.
¿Necesitaste salir de la enseñanza oficial seria, cerrada, para encontrar tu propia voz?
Es verdad que tener unos estudios académicos está muy bien, es un bagaje que te permite luego hacer muchas cosas, pero, aparte de la formación técnica, me molestaba que no te dejaran libertad. Lo que representa a un artista es su libertad de crear, de traspasar fronteras, probar, equivocarse, experimentar… Y esto no gustaba.
Con tus proyectos musicales has intentado romper esos horizontes cerrados en los que se encasilla a la música clásica. ¿Por qué hay ahí algo tan prohibitivo si los propios compositores clásicos eran divertidos y excéntricos?
No entiendo cómo hemos llegado a esto. Yo mismo he pasado por muchos estados. Cuando era joven quería ser un músico clásico como veía a mi alrededor. Intenté ser estirado, ser serio, me ponía el disfraz, pero no me salía natural. No puedo entender que se considere música culta sólo la música clásica. Cuando pude deshacerme de esa manera de pensar es cuando encontré mi propia personalidad. Poder tocar con músicos de otros países, otras culturas, otros estilos, es lo que más me ha hecho aprender.
¿Así que Paganini fue el primer artista rock?
¡Sí! Es lo que pienso. Paganini cambió muchas cosas en la historia de la música y en el violín, en la forma de tocar. Empezó a hacer conciertos y recitales con el violín y las masas le querían ver, se creó toda una leyenda alrededor de su personalidad. Tenía un aspecto muy misterioso. Es el primero que trabajó sobre su imagen, haciendo espectáculo del concierto.
¿Qué otros artistas tienen vidas que han sido inspiradoras para ti?
Muchos; además de Paganini (me intriga mucho su personaje), Johann Sebastian Bach, que es el pilar de la música. Yo creo que todos los músicos le admiramos.
Además de la versatilidad de lo que tocas, ¿lo que más diferencia tu trabajo es que te diviertes mucho haciéndolo?
Bueno, es que el humor forma parte de mi vida y siempre intento poner un poco de guiño en mis conciertos. Me gusta reírme de mí mismo y hacer las cosas con una sonrisa.
Esta gira ’15’ y el disco cierran una etapa, celebras 15 años en España y abres otra. ¿Cómo va a ser?
No va a ser muy diferente, porque vamos a seguir haciendo conciertos como siempre, pero sí voy a centrarme más en tocar composiciones propias. De hecho, el siguiente disco que saldrá en noviembre es de temas propios. Espero que lo que viene siga siendo igual de divertido y enriquecedor que estos últimos 15 años en los que he tocado mucho y he conocido a grandes músicos. Han sido 15 años maravillosos.
Ya hay algún tema compuesto por ti en el disco ’15’, en concreto ‘El vals de Kairo’, relacionado con un bebé…
Sí, está dedicado a mi hijo. Lo compuse antes de que naciera porque, como todo el mundo decía que tenía que moverse y no lo hacía, pues es un tema que está inspirado en sus patadas dentro de la barriga.
Cierras esta gira con un despliegue por todo lo alto, con orquesta, en plazas como Las Ventas. ¿Esto ya sí que es rock and roll?
Es que era una espina que tenía clavada siempre. ¿Por qué nosotros los clásicos no podemos llegar a las masas? ¿Por qué no podemos hacer conciertos grandes como los que hacen rockeros y poperos? Me daba tristeza no tener ese público, tampoco lo hacemos tan mal… Nos hemos arriesgado y hemos montado estos conciertos finales para público grande, en plazas de toros, palacios de deportes, con banda… Va a ser muy emocionante.
Siempre te has dirigido al público infantil para llevarles la música clásica (el programa ‘Pizzicato’ de TVE o espectáculos como ‘Mis primeras cuatro estaciones’). ¿Qué aprendes de los más pequeños?
Empecé a hacer conciertos para niños hace 20 años, y el primero fue un desastre, se burlaron de mí y con razón. Poco a poco he aprendido cómo actuar para ellos, para que se diviertan y disfruten. He aprendido tanto con ellos que hoy en día hago la misma interpretación que cuando toco para adultos, no hay que tomar por tontos a los niños, son un público muy sincero.
¿Y qué pasa si los niños pierden la educación musical en las escuelas?
Es muy preocupante que se esté recortando la educación musical. Aunque un niño no quiera ser músico, la música le ayuda en su vida, en todo lo demás. La música te hace más sensible, más despierto.
¿Con qué sueña Ara Malikian cuando se acuesta por la noche?
Muchas cosas, sueños surrealistas muchas veces, que nunca se van a hacer realidad, pero tengo que soñar, porque si no sueño nunca me quedo dormido. Y al mismo tiempo estoy viviendo en un sueño, vivo tocando, que es lo que quiero hacer.
Y si un día no tienes un violín entre las manos, ¿qué pasará?
Pues no lo sé, porque como siempre lo he tenido nunca me lo he planteado, pero como soy una persona optimista y buscavidas, si me quitan el violín, pues algo haré, me seguiré divirtiendo con otra cosa.
(Entrevista de Silvia Melero publicada en El Asombrario)