El legado verde: ¿qué planeta dejamos en herencia?

Menos árboles, menos ríos limpios, menos especies animales, menos aire puro… La imagen del planeta azul ya sería negra si no fuera por la responsabilidad que han asumido muchas personas para dejar a las futuras generaciones un mundo sostenible. Es el mínimo compromiso que deben adquirir los hijos de la primera madre: la Madre Tierra.

Aunque no se hable tanto de ella, la crisis de la vida salvaje es mucho peor que la crisis económica”. Así de claro lo ha dicho hace poco la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza. Pero hace ya medio siglo, la bióloga estadounidense Rachel Carson pronosticaba que “las generaciones futuras difícilmente perdonarán nuestra falta de preocupación?por la integridad del mundo natural que sostiene toda la vida”.

El ritmo es vertiginoso: en los últimos 500 años han desaparecido cerca de 900 especies de animales y plantas. Otras 17.000 (como el lince, el elefante africano o la anguila) están en peligro de extinción. Con estos datos, parece evidente que los objetivos de reducción de pérdida de la biodiversidad para 2010 no se van a cumplir. Y, entretanto, la Naturaleza –que tanto ofrece a la humanidad– sólo reclama cuidados y respeto. Pero, de nuevo, las cifras: el 80% de los bosques vírgenes (los pulmones del planeta) ya ha sido destruido o alterado.

Parece que la población ha asumido la contaminación de ríos y mares, el cambio climático y la deforestación como el precio que hay que pagar en aras del progreso económico y la calidad de vida. Sin embargo, la contaminación atmosférica provoca en España 16.000 muertes prematuras al año: 10 veces más que los accidentes de tráfico.

El panorama sería mucho peor si no existieran personas que contribuyen diariamente a la protección del patrimonio natural fomentando un desarrollo sostenible, conscientes de que “no heredamos la Tierra de nuestros padres: la tomamos prestada de nuestros hijos”.

Entrañable oso pardo

El oso pardo ha estado al borde de la extinción. Éste es un buen ejemplo de cómo la acción decidida puede dar resultados. “Sobre todo el Gobierno de Asturias ha realizado un importante esfuerzo, lo contrario que el de Castilla y León, que apuesta por modelos de desarrollo duros en la montaña, como estaciones de esquí o caza intensiva”, explica Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS). Apenas quedan 140 ejemplares en la península. En los montes de León o Palencia aparece cada cierto tiempo algún oso muerto. Los últimos, decapitados. “Llevamos 26 años luchando contra el furtivismo”.

Por si fuera poco, los incendios arrasan arbustos como los arándanos, de los que se alimenta el oso, y la abeja silvestre se está extinguiendo, por lo que hay un grave problema de polinización. La campaña +Osos-CO2 y los programas de recuperación ambiental que realiza FAPAS (plantación de frutales y colocación de colmenas) están mejorando la situación.

¿Qué pasaría si desapareciesen los osos? “Sentiría una pena inmensa”, dice Roberto, porque además del valor ambiental, existe también un valor cultural. “Nuestra sociedad ibérica se ha desarrollado con la fauna salvaje, perder el oso es perder parte de nuestra identidad y cultura. La sociedad que dejamos a nuestros hijos debe respetar todo eso igual que cuidamos museos y monumentos”.

www.fapas.es / www.masososmenosco2.com

Al cuidado de la tierra

Con la idea de que no sólo las Administraciones públicas son responsables de proteger el patrimonio natural, Jordi Pietx formó en Cataluña y Baleares la red de custodia del territorio. “Para mí siempre ha sido fundamental empoderar a la ciudadanía para que pueda implicarse en la conservación de la Naturaleza”, asegura. Casi un 80% de la propiedad de la tierra está en manos privadas. La custodia del territorio hace posible que los propietarios lleguen a acuerdos con voluntarios que se hacen responsables de mantener la riqueza biológica del lugar. “La custodia significa personas que están al cuidado de la tierra por el bien privado de la propiedad pero también por el bien de la sociedad”. Así, por ejemplo, el grupo de voluntarios realiza diversas actividades en la finca como limpieza, colocación de cajas nido, seguimiento de pájaros, reforestaciones, estudios sobre las especies de plantas, etc. “Detrás de ello está siempre esta Naturaleza tan descuidada y que tanto necesita de unas personas que la cuiden”.

www.custodiaterritori.org

Artesanos del mar

Sólo el 1% de los océanos y mares del mundo está totalmente protegido. La principal amenaza que sufren los 10 millones de especies que habitan las profundidades marinas es la sobrepesca. El atún, la merluza o el bacalao ya padecen los efectos de esa sobreexplotación. Convertir a los pescadores tradicionales en “gestores del medio ambiente marino” fue la idea que impulsó Antonio García Allut (en la foto) al crear Lonxanet en Galicia. Se trata de la primera lonja virtual de pescado de Europa y está gestionada por los propios pescadores. Basada en la economía solidaria y la pesca sostenible, este mercado electrónico permite que el producto llegue del mar a la mesa del consumidor, sin pasar por intermediarios. Para Antonio, es fundamental ligar los valores de sostenibilidad ecológica a la pesca artesanal, ya que favorece un mar más saludable. Además, impulsa el proyecto Mar de Lira con iniciativas educativas para acercar el mundo de la pesca y el mar a la sociedad y dignificar la vida de los pescadores.

www.lonxanet.com / www.mardelira.net

Otra agricultura es posible

El uso incontrolado de pesticidas, la agricultura intensiva o los cultivos transgénicos tienen efectos devastadores en la vida silvestre. Con su finca de producción ecológica, Beatriz Fadón (en la foto) está demostrando a otros agricultores de Cáceres que la agroecología no solo es posible técnicamente sino que “obtenemos alimentos que garantizan una seguridad alimentaria, están libres de residuos tóxicos y suponen una labor económicamente rentable”. Estimulando las redes de distribución propia, consiguen tener un control sobre los precios y hacer llegar a los consumidores los productos directamente tras ser recolectados, con todas sus propiedades. “Nuestro valor como productores ecológicos no es sólo cuantitativo (cada vez vamos siendo más) sino cualitativo: tenemos mucha importancia a la hora de conservar el entorno que estamos gestionando directamente”.

www.larecolecta.com

Escuela de pastores

Quizá no está suficientemente reconocida la labor que desempeñan los pastores en la configuración del paisaje. “Ayudan a evitar incendios forestales porque las ovejas y cabras comen ramaje viejo en monte bajo, un peligroso combustible en los meses de verano”, explica Carolina Fraile, presidenta de la Federación Estatal de Pastores. Carolina ejerció durante 20 años el pastoreo y ahora aboga por la creación de escuelas que formen a jóvenes pastores generando así empleo y evitando el éxodo que sufre el mundo rural. “El pastoreo no es una vida fácil, es un trabajo duro, pero si se hace bien es rentable”, asegura. Aunque dice que los cabreros socialmente han estado mal vistos, hoy pueden reconocer con orgullo la labor de protección de la biodiversidad que realizan para la sociedad. “En las ciudades la gente tiene que ser consciente de que en el campo hay muchas personas cuidando de su segunda casa: la Naturaleza que nos da de comer y nos proporciona vida”.

Juntos, mejor

En 2004 Wangari Maathai se convirtió en la primera persona ambientalista que ha sido laureada con el Premio Nobel de la Paz por su activismo a favor del medio ambiente. Con varias compañeras creó el Movimiento Cinturón Verde, que promovió la plantación de 30 millones de árboles en Kenia. Otra mujer, Vandana Shiva, pero esta vez en India, participó en los años 70 en el Movimiento Chipko (abrazar), por el que la población rural se opuso a la deforestación abrazándose a los árboles.

Hoy, colectivos como Greenpeace, Ecologistas en Acción o Amigos de la Tierra se han convertido en los guardianes de lo verde. En España no faltan iniciativas de gran interés.
La Fundación Doñana 21, por ejemplo, ha puesto en marcha un nuevo modelo para el desarrollo sostenible impulsando la participación social en la conservación de este Parque Nacional, la mayor reserva ecológica de Europa. Con esa idea de involucrar a todos los agentes sociales, la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente desarrolla el proyecto RuNa para tejer redes entre el sector rural y las asociaciones ecologistas.

(Reportaje de Silvia Melero publicado en revista 21)