Versos para gente digna

22m

Llenando las carreteras, 

ocupando las aceras,

ni un alfiler cabe ya.

La que lían cinco o seis

de los que luego diréis

que no estaban. Pero están.

Caminantes en camino

valientes y decididos

cansados una vez más

de ser siempre los vencidos.

Por mucho madero en bloque

o antidisturbio al galope

llegaron para quedarse,

no vaya nadie a olvidarse.

Preguntan en comisaría

qué es eso de la dignidad.

En clase no lo explicaron

tampoco Rajoy lo entiende,

como puede se defiende

tirando de hipocresía

mentiras, cagadas varias,

a ver si así se entretienen

y no le tocan… las agallas.

Botella no ha consentido

a estos jetas de las marchas

que se alojen en un cole

(otro gallo cantaría

si fueran de sacristía,

de los que cantan al Papa

porque éstos no dan la lata).

Las casas de los vecinos

sí los han acogido,

dejando a la alcaldesa

a la altura del betún,

que rima con el azul

de la gaviota pepera

a punto de desplomarse

en su caída certera.

La foto en la prensa esclava

era la de actos violentos:

periodismo de postín

que un día tendrá su fin.

Y hasta dice El País

que sólo eran ¡cincuenta mil!

Como canta Calle 13:

“Si los medios no hablan

nosotros damos los detalles

pintando las paredes

con aerosol en las calles”.

Somos nazis, terroristas,

violentos y radicales,

gentes alborotadas

con armas excepcionales:

palabras en las pancartas,

rebeldía en la mirada,

orgullo de pelo en pecho,

coraje defendiendo un techo,

pan, trabajo y libertad.

Cantos, risas y bailes

llenando de color las calles

con luchas y nuevos aires.

Manos arriba, palmas abiertas,

canciones y partituras,

violines de la Solfónica

interrumpidos a golpes

por quienes se hacen llamar

fuerzas de inseguridad

que, como en tiempos pasados,

con porras y pelotazos

ensucian un acto legalizado.

No quieren que se oiga

lo que corea la gente:

A esa conferencia

que se llama episcopal

silbidos y rechazo

por machista y patriarcal.

Ni reforma laboral

ni un corrupto en libertad

ni inmigrantes sin sanidad

ni jefes de sangre azul

ni escuelas con crucifijos

que recuerdan que son hijos

nacionalcatolicistas,

huella viva del fascismo

que no se ha limpiado bien.

¿Y son sólo cinco o seis?

Siguen los mismos arriba,

en cúpulas de poder.

Los mismitos que estrenaron

chaquetas de democracia

sobre los trajes franquistas

cuando ya no hacían gracia.

No les perdimos la pista,

ahí siguen manipulando

deteniendo, acaparando,

haciendo gorda la vista.

Pero, nada, llegan tarde.

Ya nos soltamos el pelo,

nos sacudimos los miedos,

desplegamos nuestras alas

para volar sin ropajes

de ésos que atan y amordazan

domesticando cuerpos, mentes

por creerlas indecentes.

Ahora los insurgentes,

los nuevos desobedientes,

molan más que un Chupa Chups

porque nos llenan de luz

para poder defendernos

de esa oscuridad de infierno.

Que nunca nadie jamás

se atreva a decir sin más

que no se puede hacer nada.

Si hay dudas, dejo un manual:

contiene las instrucciones

con dibujos y emociones.

Se titula: Dignidad.