Tañarandy, la tierra pintada

Captura de pantalla 2013-03-26 a las 15.44.46¿Pero de dónde sacaste estas fotos? Tenemos que llevar las cámaras de Telefuturo allá. Me lo decía Humberto Rubín (gran referente del periodismo en Paraguay), cuando mostraba a mis compañeros de Radio Ñandutí las imágenes de un lugarcito mágico que había visitado, cargado de creatividad y surrealismo. Lo descubrí muy de pasada en un breve comentario de un periódico y tuve claro que tenía que ir a verlo con mis propios ojos. Llegar fue otra aventura, llena de esa magia a la que te acostumbras en Latinoamérica. En Paraguay comprendí que García Márquez no tenía que hacer ningún esfuerzo para escribir sus novelas. El realismo mágico te lo encuentras a cada paso, de forma natural.

Así que viajé hacia el interior del país para sumergirme en una zona rural en la que los pinceles desnudan la intimidad de las viviendas, donde los sueños pueden dibujarse. Si tu casa no tiene ventana te la inventas y le pones, además, una radio. A la entrada, un cartel anuncia que “la comunidad de Tañarandy da la bienvenida a los extraterrestres que nos visitan”. Aquí la imaginación se impone y todo es posible. Han pasado más de 12 años. Lo conté en un reportaje que comparto ahora, me vino a la mente porque en Semana Santa los vecinos de Tañarandy hacen una celebración muy especial (para saber más, el periodista paraguayo Andrés Colman explica los orígenes de la Semana Santa en esta tierra de herejes y demonios). Recupero ese reportaje que escribí sobre ese lugar en el que las pinturas que ilustran las casas se convierten en un símbolo de identidad. Es fácil identificar a sus habitantes por los dibujos que iluminan muros y carteles. Adelante. Pasen y vean. Bienvenidos a Tañarandy.

TAÑARANDY, LA TIERRA PINTADA

“Es como un escudo familiar, cuando la gente se traslada lleva sus carteles como un símbolo de identidad. Sirvió para que se identifiquen las casas y llevó hacia una identidad propia fortaleciendo el sentimiento de pertenencia”. El autor de esta iniciativa es el artista paraguayo Koki Ruiz. Vive en La Barraca y a la entrada de su propiedad ya aparece dibujado con su barba y su pelo largo mientras pinta con el dedo.

Captura de pantalla 2013-03-27 a las 12.24.32La idea nació en el taller de arte popular que desarrolla en su casa con artistas de la zona. Agricultores, ganaderos y albañiles buscaban en sus ratos libres una vía para fortalecer esta localidad desde el arte. Y así, comenzaron a aparecer carteles frente a las casas con el nombre de las familias y el dibujo de los inquilinos desempeñando las tareas a las que se dedican.

Los pinceles desnudan la intimidad de estas viviendas latinoamericanas y nos muestran a la panadera amasando pan, la peluquera cortando el pelo o la enfermera atendiendo a los pacientes en el puesto de salud. Pese a que la mayoría de la población no puede permitirse grandes lujos, es posible que en el humilde muro de un hogar aparezca una ventana, con aparato de radio incluido, abierta por la imaginación y la magia de la pintura.

Darío es uno de los 15 artesanos populares y cuenta lo bien que acogieron esta iniciativa en Tañarandy. “Los vecinos se sienten muy orgullosos de las pinturas, los que aún no tienen nos las piden constantemente. Se dan situaciones muy graciosas, por ejemplo, si tienen un tractor hacen que se lo pintemos muy grande”.

Se nota ese orgullo entre la población. Todos quieren salir fotografiados junto a sus casas y lo piden en guaraní, la segunda lengua oficial que se habla en Paraguay.

Tañarandy significa en guaraní “tierra de los irreductibles” porque aquí habitaban los indígenas que se negaban a ser sometidos por los colonizadores españoles. Aún queda mucho de todo eso en sus representaciones artísticas. “En nuestro taller de creatividades también hacemos una Semana Santa utilizando los elementos de la religiosidad popular. Convertimos el Viernes Santo en una obra de arte visual y auditiva producto del mestizaje y la fusión del canto de los guaraníes y el canto gregoriano de los evangelizadores españoles. con esculturas vivientes”, explica Koki Ruiz.

Captura de pantalla 2013-03-26 a las 15.45.4710.000 velas y 1.500 antorchas convierten al pueblo en un escenario de luminosidad que se renueva artísticamente cada año. “Son celebraciones populares, cuando no intervienen las instituciones resurge el sabor popular, la verdadera celebración del pueblo. La gente se expresa sin intermediarios, con autenticidad”.

Lo irreal se mezcla sin problemas en la vida cotidiana de estos paraguayos que decidieron poner un cartel para dar la bienvenida a los extraterrestres, algo que al pintor no le extraña. “Son las creaciones, las interpretaciones, cómo el lenguaje oral es llevado a la gráfica. Acá dicen, yo no vi, pero cuentan que vieron aparecer ovnis. La primera noticia llamó la atención y fue una novedad. A los pocos días aparecieron de nuevo pero ya no era tan novedoso y a la tercera ya se creó cierta familiaridad. Preguntabas a la gente y todo el mundo los había visto, era algo cotidiano. Yo no sé si vieron o no, eso ya no importa, pero está en la imagen de ellos que los ovnis venían a visitarlos y por eso está el dibujo de bienvenida que da una idea de la familiaridad que hay con los extraterrestres”.

Captura de pantalla 2013-03-27 a las 12.24.52Como sus expresiones artísticas no tienen límites, están preparando en otro de los barrios rurales la celebración de las fiestas de San Isidro, las mismas de Madrid pero con la aportación de ese mestizaje que predomina en el país. “Intentamos aportar, ayudar a la gente, entusiasmarla para que su imaginación vuele con ellos en el trabajo que se hace. Son celebraciones del mestizaje que a mí me fascinan por todo lo que se siente y se interpreta ahí. Las mujeres se visten de Santa Ana y los hombres de minotauro. En realidad son elementos que llegaron con los españoles pero finalmente los indios, que eran antropófagos, devoraron esos ritos sagrados y los interpretaron a su manera porque sigue siendo el espíritu guaraní el que está de fondo”.

La intendencia municipal no les ofrece ningún tipo de ayuda económica pero ellos tampoco la buscan. Al contrario, les piden favores (como pintar carteles de tráfico) que realizan de forma gratuita para llevar su peculiar estilo por las carreteras de la zona. De esta forma, con sencillez y alegría, ilustran la vida sosegada de las casi dos mil personas que viven en esta zona de la tierra guaraní.