Leo Bassi: “La nueva provocación es ser poético, romántico, dulce”

Para sus seguidores es excepcional, valiente y transgresor. Para sus detractores, blasfemo, ofensivo e hiriente. Leo Bassi critica es sus espectáculos al poder, sea político, económico o eclesiástico. Sus conocimientos de historia, teología y filosofía sorprenderían a quienes (mayormente desde la extrema derecha católica) han intentado censurar sus espectáculos, sin conseguirlo, ante los tribunales. Cómico, artista, payaso, actor, agitador cultural… Él prefiere definirse como bufón. Muchos cómicos pasaron por las hogueras de la Inquisición. Él se libró de un intento de atentado en el Teatro Alfil. Nació en Nueva York en 1952, creció en Italia y ahora vive en Madrid. No parace dispuesto a dejar de enarbolar la bandera de la libertad.

Procede de una familia que durante 150 años ha trabajado en el circo, usted mismo desde los 7 años. ¿Era un espectáculo más libertario entonces?
Los artistas eran responsables de lo que hacían y decían, pero hoy hay una censura horrorosa en televisión. Si no tienes dinero y soporte publicitario es muy difícil hacer tus espectáculos. Los patrocinadores y la publicidad mandan. En ese mundo del circo pequeño a mi familia nadie le decía lo que podían decir o no, decidía el público.

¿Ha sufrido esa censura televisiva?
Hace poco fui a un programa de TVE y un periodista se me acercó a decirme que tenga cuidado con lo que digo (risas). Me pareció muy llamativo que antes de empezar una entrevista los propios periodistas te pidan que no seas honesto y no digas lo que piensas. Las personas que creen que tienen el poder de decidir sobre lo que los demás pueden o no decir, reflejan simplemente una muestra de debilidad. La historia de los bufones lo demuestra. En la monarquía absoluta, los reyes más poderos del siglo XII o XIII tenían bufones y había una lucha por tener el más irreverente, provocador y blasfemo que se reía del rey en la cara. Los monarcas demostraban que no tenían miedo y podían aceptarlo. Hoy es muestra de debilidad no aceptar la crítica.

¿Las libertades que ya creíamos conquistadas no lo están tanto?
Es un error entender que la libertad está asegurada. Hay que conquistarla en cada generación. Siempre hay poderes que intentan romper ese equilibrio. La peor censura no es la política o la religiosa, es la comercial. Es mucho más peligroso que una multinacional no quiera que digas algo. Tienen mucho poder. La próxima lucha, y ya a empezado, es contra el sector privado. Julian Assange, creador de WikiLeaks, ha molestado por publicar informes secretos y violaciones de derechos humanos. Son compañías privadas las que han decidido que este hombre era peligroso y han impedido que se financie. Está encerrado en la embajada ecuatoriana en Londres. Han circulado acusaciones muy raras sobre él.

Defíname “libertad de expresión”.
Te voy a definir la libertad de oír y de ver. No mi libertad de decir lo que quiera sino la libertad de los demás. Si con 18 años tenemos derechos y obligaciones (votar, ir a la guerra) debemos ser respetados como adultos con la libertad para decidir si quieres ver o escuchar algo. Me boicotearon el espectáculo La Revelación. Yo utilizo el sentido del humor para hacer una crítica de la Iglesia, del poder, pero desde mi propia espiritualidad, dando mi visión humanista del mundo. Intentaron censurarlo, pero 125.000 personas pagaron la entrada para verlo. Incluso intentaron impedir mis actuaciones en cualquier teatro o lugar de España por vía judicial, no lo consiguieron. Dicen que les ofendo. Pero si dicen que ven en la libertad de expresión un valor sagrado y luego intentan censurar, van contra su propia espiritualidad.

Usted dice que la espiritualidad es hoy más necesaria que nunca.
Basta con vivir, hablar con personas, para ver que hay valores que escapan a lo material. Ver las estrellas en la noche es un valor, como la amistad, el amor, los miedos de la vida y de la muerte, ver un niño nacer y crecer. Mueven sentimientos que no son cuantificables ni pueden traducirse en dinero. Hoy el negocio y el comercio dominan nuestra realidad, reduciendo el aspecto humanista.

Un mensaje que también da la religión…
En esto coincido con todas las religiones del momento que critican, al menos en teoría, la sociedad del consumo. He crecido en un país católico, conozco mejor el cristianismo que el Islam, que no es mi mundo. Pero he ido a muchas misas y me he aburrido muchísimo. El ejemplo que está dando la Iglesia católica aliándose a los depredadores como banqueros da una imagen de lo peor. ¿Hemos oído a la cúpula hablar de Eurovegas? Un lugar de perdición, un negocio basado en el tráfico de dinero, la prostitución, el vicio de las apuestas, en la enfermedad por el juego que puede hacer perder a la gente su casa. No imagino un lugar menos espiritual y menos humanista. Se han molestado en mandar cartas a todos los Ayuntamientos contra mi espectáculo, pero no hacen nada con esto. ¿Cómo no voy a reaccionar ante las hipocresías?

¿Por qué temen a un bufón?
Les molesta que el bufón tiene un lenguaje popular, no sólo acceden intelectuales sino también gente de la calle. He salido en programas muy conocidos. En la extrema derecha hay dos niveles, los que me amenazan por la calle con bates de beisbol y los que están arriba en el poder económico. Cuando un personaje se les escapa de control y empieza a decir cosas que no quieren, les molesta. Abrir la mente, ofrecer otra linea de pensamiento no interesa. A la Iglesia que vive con el poder que inspira el miedo, no le gusta que yo quite la máscara, que haga humor con temas tabúes. El cómico lo que hace es quitar el miedo, desmontarlo. Entonces, no pueden dominar. Te transformas en el enemigo número uno para ellos.

Consideran agresivo su ateísmo…
Me gusta el diálogo, si alguien me demuestra que Dios existe estaré encantado de retractarme, pero pienso de otra manera. Busco la conversación y el debate, fui a la Universidad Francisco de Victoria, de los Legionarios de Cristo, porque me encantaría tener una discusión teológica con ellos. Tres veces fui, hablé con la hermana de Ana Botella, pero nada.

¿Y qué tal se lleva con las comunidades cristianas de base?
Tengo una excelente relación con la Iglesia de base, con Juan José Tamayo, la parroquia San Carlos Borromeo. La idea de la Teología de la Liberación me interesa mucho. El deseo de unirse a la gente humilde que tienen los cristianos de base es muy parecido al mío, yo lo hago desde mi ateísmo y humanismo. He pasado mucho tiempo también con otras religiones y creencias. He conocido a chamanes en Canadá que son los que más han influído en mi espiritualidad, he charlado con aborígenes en Australia, he vivido en Siberia, he viajado mucho. Ves que en culturas diferentes hay humanismo, hay gente buena y gente menos buena. Pero con toda la gente de buena voluntad que demuestra con sus hechos no vivir de la apariencia, con los que se ponen de verdad al lado de los pobres tengo buenas relaciones.

¿La provocación en sus espectáculos es el lenguaje o es el fin?
La provocación es para hacer reír, es el medio. La risa a veces no es muy elegante. Ves a una persona por la calle que se resbala al pisar un plátano y te sale reirte, aunque es bastante cruel. En segundo lugar, la risa abre el corazón a otra cosa. Por eso tengo este pequeño espacio en Lavapiés, la primera capilla atea del mundo, para la gente que no ha entendido quién soy o que han sido manipulados por la mala imagen que se ha dado de mí. Lo que tengo en mi cabeza es lo que se ve aquí, personajes como Séneca, Groucho Marx, gente que me ha influído. Vengo de una cultura católica, ha marcado mi vida, he leído la Biblia, es mi mundo. Por eso puedo criticarlo. Por eso en esta Iglesia Patólica que he creado la estética cristiana está transformada a mi manera, de una forma sencilla y divertida. No hay nada blasfemo ni agresivo aquí.

Según su actual espectáculo The best of quizá hoy lo más subversivo sea la dulzura. ¿Va a dejar de provocar?
Es que estamos ante una vulgarización del mundo (Eurovegas es una muestra). La inocencia, la dulzura, es hoy en día lo que menos se ve. Para mí la provocación no es hacer algo grosero sino hacer algo a contracorriente. Si todo el mundo es conservador, la provocación es abrir la mente y hacer otra cosa; si toda la gente es vulgar, la provocación es ser dulce; si todo es cínico, la provocación es ser inocente. En estos momentos la nueva provocación es ser poético, romántico, dulce. Volviendo a los cristianos de base, en un mundo tan monetarizado a lo mejor la provocación hoy es volver a eso: querer y ayudar a otros seres humanos. •

(Entrevista de Silvia Melero publicada en revista 21)