Vengo de un tanatorio, de una despedida-homenaje (lo llamo así porque no ha sido un entierro), de recibir una lección de vida. Un ejemplo de afectos, de lucha, de positividad, de amor. Y me indigna seguir viendo el poder y la imposición que ejerce la Iglesia católica en el último momento de nuestras vidas. La familia a la que hemos acompañado no era creyente. La persona que ha muerto, expresamente, no quería pasar por ciertos trámites establecidos, obligados, pareciera que inevitables porque sí, porque alguien lo impone. Uno debería tener derecho a decidir, por respeto a sus ideas, a su ideología y a su coherencia de vida, cómo quiere despedirse.
Entiendo que en otros tiempos pasados, tras la educación católica recibida masivamente durante la dictadura, la única manera de morir era bajo la ‘salvación’ y la ‘absolución’ del ritual católico. Entiendo, faltaría más, que hoy muchas personas elijan libremente ese rito. Pero este tanatorio público de Getafe se ha construido hace menos de 10 años. En una sociedad ‘democrática’, ‘laica’ y ‘libre’, se dio por sentado que hay que construirlo con una capilla. Sin más. No hay opción. Es el único espacio grande y acondicionado para acoger a los familiares y amigos, que no caben en la sala individual (en nuestro caso desbordada por la cantidad de personas que acudieron y llenaron, llenamos, los pasillos del tanatorio).
Quiero destacar que se trata de un tanatorio municipal, de todos. Gestionado, claro, por una empresa privada que hace mucho negocio de la muerte y el dolor, pero es el lugar al que estamos obligados a ir, siguiendo paso por paso lo que se nos marca.
¿Nadie ha pensado que la Iglesia católica no puede tener el monopolio de la muerte? Me cuentan que en el tanatorio de Fuenlabrada hay una sala multiconfesional con símbolos de las diferentes religiones. Bravo. Creando espacios amplios donde cabemos todas las personas. Pero, ¿y si no quieres que presida tu despedida ningún símbolo religioso? ¿Es tan complicado hacer una sala multiusos, libre, a disposición de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país, en la que cada cual elija adecuarla o no a sus creencias o convicciones?
¿Me van a obligar a despedirme de mis seres queridos cuando me muera -y a que ellos se despidan- rodeados de símbolos religiosos, aunque para mí sea una decisión madura, legítima, libre, no hacerlo así?
La despedida tras la muerte es un acto civil. Como la celebración del nacimiento. Defiendo la libertad para que cada cual siga el ritual religioso que quiera. Lo defiendo firmemente. Por eso me gustaría que a buena parte de la ciudadanía de este país se nos permita acceder al mismo derecho.
Yo me quiero morir (y despedir) de otra forma. A ver si me dejan.
Selecciono cinco comentarios de los que me habéis dejado en facebook:
Como protestante, estoy totalmente de acuerdo contigo, es absurdo imponer la religión y sobretodo en un momento tan delicado como la despedida final de un ser querido, y encima desde una plataforma pública que pagamos todos.
Cruces y santos de quita y pon solucionarían el tema. Yo ya lo he dicho: ni un responso en mi funeral.
Te entiendo perfectamente… No quito el derecho que tienen otros que deseen tenerlo… pero odio las imposiciones… ¿Realmente estamos en un estado aconfesional? Yo nunca lo he creído… Gracias Silvia por tu testimonio y por tu denuncia… Como siempre tan clara….
la Iglesia atiende a la gente que busca consuelo y en la medida de lo posible de forma material y de forma desinteresada. Ya sea atendiendo en residencias a los ancianos, a los presos en las cárceles, a los niños ya través De múltiples organizaciones de ideario Cristiano de forma generosa… . Sacerdotes y seglares ( y te hablo con conocimiento) también atienden en tanatorios y cementerios bajo petición de los familiares y/o representantes ( cia de decesos contratado por el difunto ) de forma generosa.
Quisiera compartir mi experiencia. Yo soy cristiano evangélico, cristiano no católico. En Málaga, donde tuve que enterrar a mis padres, aunque pude “negociar” y evitar el ritual católico y organizar yo mismo los entierros (de hecho, yo hice la presentación del mismo y la agenda de los actos), las salas están totalmente acaparadas por los símbolos religiosos católicos, con santos cristos crucificados, vírgenes y otros iconos. Pedí que los taparan todos, aunque difícilmente el lugar dejaba de dar el aspecto de una capilla católica. En la actualidad sí se puede prescindir de los sacerdotes católicos, pero hay que organizarlo muy bien o se cuelan. Recuerdo el entierro de un amigo mío “al estilo católico”, donde el cura de turno interpretó un papel e hizo una semblanza de mi amigo que no tenía nada que ver con la realidad. Pero como los padres de mi amigo eran los que tenían la autoridad sobre el acto, no podía mas que escuchar las troperías del señor cura sobre la vida de mi amigo. La muerte, como la vida, tiene múltiples aspectos. Y puedo asegurar que los que lloran, los que despiden o los que sufren, no lo hacen por un simple “acto civil”. La vivencia religiosa o no del acto, es una elección que ni siquiera hace el difunto, el protagonista ausente. Lo eligen sus familiares, y como en el caso de mi amigo, por acción u omisión, traicionaron a su memoria. En el caso de mis padres, traté de que su personalidad y su memoria estuvieran reflejadas en todo lo que se dijo en el acto, organizados enteramente por mí. Se puede elegir cómo despedir a los seres queridos, si bien es cierto, que toda la infraestructura de las necrópolis están hechas en España a la medida del catolicismo, en una España que ya no es católica. Sólo en las formas ancestrales, igual que bodas y bautizos. Ahora bien, dejemos la hipocresía, no entendería semejante queja de personas que se casan por la iglesia, bautizan a sus hijos, etc. El que quiera laicismo, que lo aplique a todos los actos de su vida. Porque más de uno le gusta casarse por la iglesia, llevar tronos en semana santa o bautizar a sus hijos para contentar a sus abuelas, y luego atacan a la Iglesia Católica. Que no haya doble moral en esos temas, algo que en España se olvida en esos actos sociales revestidos de religiosidad católica, primera comunión, etc.
En el entierro de un familiar indicamos al cura en el tanatorio que no queríamos nada, agradeciendo su predisposición. Aún así, antes de cedernos el espacio para hablar a los familiares, tuvo que hacer él una homilía ( no sé si se llama así) y nos lo tuvimos que tragar. Evidentemente en momentos tan terribles y dolorosos no te vas a poner a discutir, así que callamos. Tampoco pusimos una queja ni nada, como deberíamos haber hecho. Pero en esos momentos no estás para pensar. Sé que la mayoria de los curas serán respetuoso, pero es importante contar que estas cosas pasan para que dejen de pasar. Un saludo, Silvia.
Querida Silvia, primero decirte que no tengas prisa, que para esto de morirse siempre hay tiempo… Pero, aparte bromas, me admira que en una revista católica, en el blog de una revista católica se puedan escribir y leer estas cosas. ¿Lo llamamos pluralismo? Vamos a llamarle, más sencillamente, 20 y 1 más.
Llamémoslo pluralismo, querido Tirado. Pluralismo al estilo 20 y 1 más, como dices, aunque ejercer la libertad de expresión a veces tiene su precio, ya sabes. Aún así, la seguiremos defendiendo en cada post y en cada palabra. Sin prisa…
Sin prisa pero con prosa. Con buena prosa, como la tuya.