Viva el Amor que nutre, oxigena, que eleva el alma y estremece la piel.
El Amor cómplice que no teme al desafío de alas y vuelos, el Amor que acompaña, que teje y no ata, que dibuja belleza con cada beso, cada caricia, cada abrazo, cada palabra.
El Amor que se expresa en conversación compartida, reflexión, crecimiento, intercambio, verdad, el Amor que sabe también hacerse silencio y escucha. El Amor que acoge, que cuida, que mece, el amor que es fuego y ternura, que es red, que no rehúye Lunas ni viajes estelares, que se enreda en selvas y mares.
El Amor que es carcajada, risa, mirada, el Amor coloreado, chispeante, que es brisa, que es nube, que es ave. El Amor que recoge lágrimas para transformarlas en río, el Amor que se vuelve vida en cada instante compartido.
El Amor que es presente porque entiende que no es dueño del ayer ni del mañana.
El Amor que no necesita explicarse porque se hace en vivirse.
El Amor que al poder darse, brilla, enreda y se expande.