De Uxía se ha dicho que es la ‘voz del Atlántico’ o ‘la gran dama de la música gallega’. Más de 30 años de carrera artística renovando la canción tradicional, pero también décadas de solidaridad, compromiso y proyectos culturales muy cercanos a la gente. Un buen ejemplo es el Festival Internacional de la Lusofonía (o Ilusofonía) Cantos na Maré, del que es creadora y directora artística. Tiene lugar en octubre en Pontevedra y construye puentes entre las culturas gallega, portuguesa, brasileña y africana.
Cantos na Maré extiende hilos entre las músicas de Portugal, Galicia, Brasil, Mozambique, Angola, Cabo Verde… ¿Cómo nace el festival?
Nació en 2003; el Ayuntamiento de Pontevedra quería hacer algo ligado a la lusofonía, todo ese mundo, ese mapa de los territorios donde compartimos lengua y diversidad. Nació con tan buena energía y tan buena onda que ese primer encuentro provocó otros. Primero sólo existía la intención de hacer un concierto y nada más. Estaba Chico César con su banda y otros artistas. Surgió una hermandad muy poderosa en el escenario. Música que contagiaba alegría. Se grabó un disco en directo. Cantos na Mare tiene como objetivo que nos encontremos en el útero materno que es Galicia, es como si un día esas voces salieron de este puerto y ahora volvieran a casa, donde nació la lengua en Galicia y el norte de Portugal. Unir a estas culturas respetando su identidad cultural y lingüística, cada lugar con sus particularidades, pero con un hilo común.
Es interesante que nos reconozcamos hermanos y que ese lugar que es Galicia se conozca en lugares como Brasil, al otro lado del Atlántico. Me gusta provocar encuentros, que los artistas se conozcan entre ellos y creen juntos. Descubrir talentos emergentes es otra pata del festival. Que el público pueda conocer artistas que no están en el mainstream. El festival se mueve un poco por los márgenes y eso nos gusta.
Tú has promovido continuamente la hermandad, el diálogo entre culturas. ¿Tenemos mucho desconocimiento de nuestros vecinos portugueses, estando tan cerquita?
Portugal es apasionante musicalmente, es una pena que no conozcamos más en profundidad lo que es, lo que ha significado, su historia, su riqueza enorme en el arte, en la literatura. Camoens, José Afonso… fuentes inagotables de inspiración.
¿Qué representa para ti la cultura portuguesa?
La frontera está muy cerquita de donde nací y me crié escuchando sus músicas. Para nosotros es muy común ir a tomar un café y encontrarnos con la cultura hermana. Creo que nos perdemos mucho si no descubrimos Portugal en toda su amplitud, que no es sólo fado, son otras muchas músicas interesantísimas. Siempre recomiendo un portal que se llama A música portuguesa a gostar de la própria donde una especie de investigador multimedia se va por las aldeas a registrar música tradicional. Un trabajo muy interesante que descubre al mismo tiempo la vinculación con Galicia. Hay canciones que se cantan de un lado y del otro. Y según bajas, más hacia el sur de Portugal, en el Alentejo, hay más vinculación con las culturas árabes, con Andalucía. Este año descubriremos en el festival el cante alentejano con un proyecto muy bonito (Ath-Thurdâ) de Kepa Junkera.
¿Con qué propuestas cuenta esta edición del festival?
Comenzamos con Teresa Salgueiro, mujer con un talento excepcional. Formó parte mucho años del grupo Madredeus. Renovó la música popular portuguesa convirtiéndola en algo muy sofisticado, místico. Nuestro talismán, Chico César, siempre nos trae su fuerza de un Brasil diferente, viene del nordeste, otros brasiles que no siempre tienen que ver con lo que conocemos. Fue secretario de Cultura de su región. Creó el término “ilusofonía”, que nos encanta. Hacemos también un tributo a Cesária Évora, una mujer imprescindible. Mercedes Peón con su disco Deixaas, llena de texturas, voz ancestral y sonidos contemporáneos y vanguardistas. Y más artistas como Pereira o Coladera.
No sólo de música se va a inundar Pontevedra…
Además de los conciertos, habrá obradorios (talleres), performances, debates, gastronomía… Una carpa para disfrutar del hip hop con mujeres como Capicúa o Wöyza. Es como una comidita, la gente puede ir escogiendo o probando. Además hay abonos a precios muy populares para ir a todos los conciertos. Creo que el concepto de los festivales está cambiando, la gente quiere encontrase con algo próximo, disfrutar de los cantos en las calles, pasear por la ciudad…
¿Qué significa para ti la defensa de la identidad?
Creo que hay que conocer bien la cultura propia porque es nuestra señal de identidad pero siempre en conexión con el mundo. Creo en eso firmemente. No tiene sentido una cultura aislada. La cultura gallega significa esa apertura, un pueblo emigrante, viajero, que recogió mucho de otras identidades y las fue incluyendo en nuestro ADN. No hay nada puro, todo se va tejiendo y el mestizaje es eso, la manera en la que una cultura se va transformando en conexión con otras. Me gusta conocer las culturas, impregnarme de ellas, conocer a las gentes de cada lugar. Viajar consiste también en eso. La música es un lenguaje universal y la lengua no cierra puertas, las abre. El idioma con el que te comunicas no es una barrera, aunque muchas veces se piense eso. Aunque no se entienda en todas partes lo que canto, sí se siente, la música tiene ese poder.
Has sido embajadora de la cultura gallega. Más de 30 años de carrera artística, casi 20 discos publicados… ¿Qué sientes en la piel cuando se te llama ‘Voz del Atlántico’ o ‘la gran dama de la música gallega’?
La música es un instrumento para la comunicación, siempre la concebí así. La voz sirve para comunicar las emociones. Me siento embajadora con la alegría de llevar nuestra música por el mundo y de ir mostrando esta Galicia imaginaria… Una Galicia que cada uno lleva dentro aunque no haya nacido aquí como explicaba ese disco (Baladas da Galiza imaxinaria) que hicimos Fran (Narf) y yo. No hace falta nacer en algún lugar, hay que sentirlo.
Además del reconocimiento profesional, la gente te quiere mucho, te sienten muy cercana…
Son muchos años disfrutando con mi oficio y creando una pequeña familia en cada lugar donde voy. Trato de estar al lado de la gente que comienza en la música, trato de involucrarme y comprometerme con mi entorno. Al final caminar mucho por las calles de donde vives hace que escribas canciones que tienen que ver con esas vivencias. Hay que ponerse las botas de andar y mancharse en el camino. La proximidad es importante. No estar en un pedestal, sino estar cerca de lo que pasa.
Varias veces me tocó hacer ese papel de ser portavoz de un sentimiento de un pueblo, como con la plataforma Nunca Máis tras el desastre del Prestige, y eso me hace entender mucho el sentido de lo colectivo, de cómo podemos cambiar la realidad que muchas veces es adversa. Es una fuerza que tiene un poder transformador que no sólo se ejerce desde los parlamentos. La ciudadanía cuando se une tiene un poder imparable. La música nos permite también estar presentes en situaciones que requieren solidaridad y eso forma parte del compromiso que creo que el artista tiene que tener con su tiempo, con su espacio y con la realidad que nos rodea.
Compromiso también con la tradición y las mujeres. ¿Cómo es lo de crear grupos de ‘cantareiras’?
Una de las causas en las que creo firmemente es en dar visibilidad a las mujeres y lo que hacen. Las mujeres gallegas guardaron en su memoria los tesoros de la música tradicional. Di unas clases a mujeres de mi aldea (aunque en realidad me las dieron ellas a mí) y pasaron de cantar en sus casas a recorrer escenarios de Galicia, Argentina, con el grupo de cantos populares Malvela. Ahí siguen, alguna con 86 años y siguen cantando y alegrando. Hoy además las mujeres en Galicia están siempre en la vanguardia y son transgresoras (Ugia Pedreira, Guadi Galego, Ses, Sonia Lebedinsky). En Galicia practicamos mucho la sororidad… Y fuera también (risas). Ahora estamos lanzando el espectáculo Enredadas que haremos con Carmen París y Martirio en noviembre.
¿Qué es ‘Maria Fumaça’?
Es un proyecto de música para público familiar, muy ligado también a mi entorno cercano. Cuando nació mi sobrino Rui con parálisis cerebral quise regalarle algo y nació la idea de hacer un disco entre amigos y familia, en el salón de su casa. Algo que no tenía muchas pretensiones más que regalarle eso se convirtió en un espectáculo en el que él también participa, sube al escenario en su silla de ruedas, y han pasado muchos años y resulta que más de 30 personas llenan el escenario de explosión y color. Es un canto a la diversidad y a la inclusión. Es algo muy especial y muy bonito. Divertido y también a veces irreverente. Una invitación para que la gente conozca esta realidad de forma festiva.
¿Y el disco sobre Rosalía de Castro para niños y niñas?
Intenté hacer una interpretación de su figura. Hay una Rosalía pirata, rebelde, insumisa, una mujer del siglo XIX valiente, que no se corresponde con el tópico. Ella hablaba de justicia social, identidad. Con ese proyecto (Rosalía pequeñina) intentamos acercarlo a los más peques y fue un reto, necesario y bonito. Lo acabamos de recuperar en un festival en Santiago sobre las diferentes Rosalías, hay una revisión de su obra importantísima. Es una mujer universal, siempre la citamos.
En tú último disco, ‘Uxía-o’, cantas poemas de Uxío Novoneyra. ¿Cómo surgió hacerlo?
Uxía y Uxío. (Risas). El poeta de la montaña, el poeta de O Courel, me parece sublime. Su contacto con la tierra, con la naturaleza… Hace muchos años comenzamos grabando algún poema. Se quedó incompleto el trabajo y a lo largo del tiempo seguí trabando con el multi-instrumentalista brasileño Sergio Tannus para musicarlos. Son 16 canciones, desde la muñeira a los alalás. Hablamos con la Fundación Uxío Novoneyra para editarlo y el resultado es un disco-libro precioso, con ritmos muy diferentes, una sonoridad muy folk, muy pegado a la tierra.
Le has puesto voz a bandas sonoras y además una de las canciones (‘Muerte’) estuvo nominada en los Goya 2017.
Me gusta mucho participar en bandas sonoras y en este caso la canción para el precioso documental Frágil equilibrio era un tema estremecedor, un canto desgarrado con las imágenes más duras del documental, los subsaharianos intentando saltar la valla, alguno muriendo en el intento. Duro, necesario y un documental muy esperanzador con las palabras de Pepe Mujica que nos da mucha luz sobre lo que somos y hacia dónde camina la humanidad.
Te queda voz para rato…
Yo como Chavela, hasta el final. (Risas). Tener energía y ganas de hacer proyectos es fundamental. Y tener cerca gente que te apoye y crea en ti ayuda mucho a seguir con la misión del canto, que es una pasión y un disfrute. Las recompensas te llegan de mil maneras, la mayoría intangibles, gente que agradece porque la música les ayuda a vivir, a sobrellevar determinadas situaciones. Y para mí una persona fundamental para entender la música como un oficio llevado al extremo fue Fran, con quien tuve la suerte de compartir músicas, caminos, el disco que citaba antes… Su pérdida fue un golpe duro pero intento que su música me acompañe siempre, tenerlo muy presente en cada momento. Me da fuerzas para caminar, siempre canto algún tema de él y procuro que la gente lo descubra. Tuvo una relación con África, con Mozambique, muy intensa. Nos abrió un camino que intentamos seguir uniendo todas esas músicas y culturas.
Entrevista de Silvia Melero publicada en El Asombrario