Natalia Dicenta: “La cultura nos hace personas libres, nadie puede secuestrarnos ese derecho”

Estos días ensaya su próxima obra de teatro (Última edición). El mundo del espectáculo forma parte de su vida desde que era pequeña y se familairizó con los ambientes teatrales de sus padres, los actores Lola Herrera y Daniel Dicenta. A Natalia Dicenta la hemos visto en su faceta de actriz en películas, espacios de televisión como Historias para no dormir, Estudio 1 y las obras teatrales ¡Ay Carmela!, Un tranvía llamado deseo o el musical Al final del arcoiris, en el que interpretó a Judy Garland. Recientemente ha presentado su primer disco, Colours, tras 14 años cantando en circuitos de jazz.

¿Cuántos colores caben en este disco?
Tantos colores como conceptos. Es una carta de presentación de todo lo que es capaz de hacer Natalia como cantante. Hay de todo (jazz, swing, soul, boleros) cada tema tiene un color distinto pero todos están envueltos con el hermoso celofán que le ha dado Vicente Borland, que ha hecho todos los arreglos. Desde BlackBird (The Beatles) a un bolero de Juanito Márquez, pasando por el famoso Summertime o Billie Joel. Yo escucho de todo, desde las zarzuelas que me cantaba mi abuela para quitarme las rabietas a los tangos que cantaba mi abuelo para despertarnos a todos los nietos de la siesta.
¿Cómo llega el jazz a su vida?
Mi familia siempre ha sido muy cantarina. Mi padre traía discos de jazz desde que era muy joven, me enamoró, me sedujo definitivamente y para siempre. Me hace feliz, me encanta cantar en inglés. Me enamoré de Fred Astaire y de la música que bailaba, que viene del teatro musical de la costa Este de EEUU. La música popular norteamericana está ahí. Sólo tiene 100 años y ya es inmortal. Yo veía esas películas y me fascinaban el vestuario, los bailes. Se mezcló la música de los clubes con el cine, juntaron conocimientos y pasiones y luego se han creado muchas versiones. Es un tesoro de tal calibre, tan hermoso, que te hace sonreir.Se ha rodeado de grandes músicos en este proyecto…
Sí, y ya son muchos años de trabajo tocando juntos, se nota esa complicidad. Aprendo mucho de ellos. Siempre me pongo el listón muy alto para esforzarme y poder crecer. Soy buena alumna. A mucha gente le descoloca verme cantar.

¿Cómo se da ese salto de atriz a cantante?
Es una consecuencia, ocurre como algo que cae por su propio peso. Siempre he estado rodeada de música. Cuando prensentaba el programa de televisión Lo tuyo es puro teatro, sobre musicales, tuvieron que poner que mi voz era en directo porque la gente se pensaba que yo hacía playback (risas). Con el musical El final del arcoiris me pasó igual. La mente es cuadriculada: ella es actriz, pero no canta. Encartaron en el programa en papel que la voz era en directo. Superada la fase de incredulidad y sorpresa inicial la gente está aceptando que lo de cantar lo hago en serio.

Ha autoproducido este disco. ¿Es la vía cada vez más común para poder grabar?
Es un orgullo ser productora de mi disco, he hecho lo que he querido y como he querido. Eso se llama libertad. Todo lo que nos lleve a dar textura real a nuestros sueños mediante nuestro empuje merece la pena. Si quieres algo, ve a por ello. Visualízalo. Me veía ya grabando el disco el día que decidí hacerlo. Eso da una fuerza arrolladora. Es ser consciente de tus recursos, habilidades, herramientas y talentos y convertirlos en tu profesión. Es el momento de probarnos a nosotros mismos. Te sorprendes cuando descubres de lo que eres capaz.

Dice que una de las satisfacciones es dar felicidad a quienes la escuchan.
Una de las cosas que más me empujó es que llevaba muchos años cantando y la gente me preguntaba por mis discos, les respondía que no había grabado y me lo pedían. Querían llevarse a casa esa sensación de felicidad que habían tenido en el concierto. Creo que todos venimos a dar un servicio, cada cual con su talento. La misión del artista es darse a la gente desde el escenario, desde un lienzo, una danza o un violín para producir algún tipo de transformación en el interior de las personas, despertar algo, que no salgan igual que llegaron. Sales de un museo absorta, te atrapan las emociones, te dejan colgada, caminas sonámbula, queda un lazo, algo que te engancha con esa visión y te queda una percepción especial. Yo percibo en los conciertos que la gente se siente feliz.

¿Hoy las redes sociales acercan mucho más esa sensación?
No hay nada como leer los mensajes de la gente en las redes sociales o las fotos que me mandan con el disco comprado. Es más allá de vender o no el producto, que ya que lo haces, quieres que se compre, claro, es un estupendo regalo para Navidad (risas) pero es mucho más, una recompensa que no tiene nada que ver con el dinero. La riqueza siempre ha estado en otro sitio.

De pequeña se sabía de memoria zarzuelas como La verbena de la Paloma, actuaba, se disfrazaba, siempre en la piel de otros personajes. ¿Hay mucha verdad en esa mentira?
Es nuestro gran juego. Personificamos la mentira para convencerte de que es verdad. Es un pacto. Lo que ocurre encima de un escenario es siempre muy mágico, cuando intepreto un personaje, pero también cuando canto. En realidad para cantar interpretas también, es lo mismo. Juan Claudio Cifuentes, autoridad máxima en el mundo del jazz en este país, me decía que de nada sirve la calidad vocal si no sabes contar una historia. Soy incapaz de cantar canciones destructivas, con la visión de abandono, “me has dejado, todo depende de ti, si tú no estás no soy nadie”. Hay cosas que yo ya no puedo decir, busco en los temas historias con las que fluyo.

Canta un tema compuesto por Lillian Hardin Armstrong, mucho más que “la mujer de Louis Armstrong”.
Es Just for a thrill, justo éste habla de un abandono, pero compuesto por ella, es un homenaje a una señora que fue pionera. Tenía su propia banda de jazz, tocaba el piano. No había ninguna mujer que liderara una banda de jazz, había vocalistas mujeres en bandas dirigidas por hombres. Era una mujer sofisticada, modernísima para la época. Ella metió a Louis Armstrongen su banda, le vio el talento. Él es quien es porque ella descubrió su corneta y pulió el diamante. ¡Una negra en los años 20 y 30 en Chicago! Es una historia fabulosa.

Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo ve a aquella niña que debutaba a los 12 años en televisión con Seis personajes en busca de autor?
Han pasado unos cuantos años (risas). Era una Natalia fascinada, para mí era muy familiar estar entre teatros y rodajes con mis padres, focos, ropas, recuerdo sobre todo lo divertido que era. Mi madre autorizó aquello con la condición de que se rodara en vacaciones y yo no perdiera ni un día de cole. Ahí la Herrera supo poner un límite cuando me querían de niña prodigio y dijo: “Niña normal, con infancia normal, colegio, juegos y amigos, y luego que ella haga lo que quiera”.

La hemos pillado ensayando en El Matadero de Madrid. ¿A qué personaje está dando vida ahora?
Interpreto a la directora de un rotativo de gran tirada en España. ¿Conoces alguna? Es ciencia ficción (Risas) Es algo pionero porque no existe ninguna mujer en la cúpula de poder de los periódicos. Me encanta porque es una líder nata, la primera que entra en el periódico y la última que se va. La obra es Última edición, escrita por Eduardo Galán y Gabriel Olivares. Hemos colaborado mucho entre todos, poniendo de nuestra cosecha, un trabajo muy bonito. Es un planteamiento sobre el periodismo bueno, de investigación, y la otra vertiente amarillista y sensacionalista. Todo esto en el marco de crisis del periódico, la versión web y, de paso, le damos un repaso al circo que estamos viviendo. Debutamos en el teatro Reina Victoria de San Sebastián.

¿Cómo afronta todo lo que está pasando en el mundo de la cultura, con medidas como la subida del IVA o el riesgo de privatización de los teatros?
La cultura es tan necesaria como una barra de pan. Si una barra de pan, necesaria para la subsistencia, tiene un 4% de IVA, la cultura igual, porque es esencial para alimentar el espíritu, el alma, para caminar en libertad y desarrollar nuestra capacidad de reflexión. La cultura nos hace personas libres, nadie puede secuestrarnos ese derecho. Es intrínseca al ser humano, es nuestra. El primer movimiento fue el 21% para los espectáculos culturales, que no para el fútbol y los toros que sólo tienen el 10% (es una vergüenza). El mensaje es que la cultura es prescindible, como si fuera un artículo de lujo. Es un escándalo. Por mucho que sigan haciendo movimientos para estrangularnos (porque nos subimos a un escenario y tenemos un foro desde el que hablar, nuestra arma es la palabra) no van a conseguir silenciar nuestra voz.

Comentaba antes que visualiza para luchar por sus sueños. ¿Cómo se visualiza a corto plazo?
En movimiento, con conciertos y actuaciones para ofrecer mi música, mi disco, la obra de teatro, siempre ofreciendo algo a la gente, siendo útil. Provocando una sonrisa y trasnformando un poco el alma de la gente. Y disfrutando mucho de la vida, claro.

(Entrevista de Silvia Melero publicada en revista 21)