“El mundo cambia cuando lo imaginamos de otra manera. Y quizá nuestras vidas personales también”. Con Pablo Guerrero se puede hablar de los ríos que le nacen en el salón o las cigüeñas que llegan a su casa para enseñarle a asar manzanas. Son las historias que el cantautor extremeño cuenta en su último disco, ‘Mundos de andar por casa’. Su popular tema ‘A cántaros’, himno en la lucha contra la dictadura, sigue siendo asombrosamente actual en un mundo donde el poeta reivindica la ternura, el humor y la humanidad. “Lo bueno de hacerse un poco mayor es que ya dejas de competir”.
Menudo viaje se ha pegado con este disco… ¿Canta lo que imagina o cuenta lo que ve? Son canciones muy cercanas al realismo mágico.
Se acerca al realismo mágico, sí. Parto de la idea de que el mundo cambia cuando lo imaginamos de otra manera. Y quizá nuestras vidas personales también. La vieja idea del Mayo del 68 de la imaginación al poder se ha vuelto a oír en nuestras plazas. En el disco hay un personaje que imagina cosas, que tiene una casa con las puertas abiertas y ahí llega de todo: cigüeñas traviesas, búhos que duermen sin prisa, ríos que nacen y pasan por el salón, alondras que van de paso, hay un granado en un rincón… Es un canto a la imaginación teñido de gotas de humor y de ternura.
¿Y las granadas de la portada?
El disco está lleno de recuerdos infantiles. Cuando era niño pasaba temporadas en el campo, en una huerta. Me gustaba mucho, me bañaba en las albercas, jugábamos, resbalábamos y caíamos, era muy divertido. Me maravillaba un nogal por su altura, me parecía que llegaba al infinito. Y me gustaba mucho un granado, sus flores. Pero sobre todo me maravillaba abrir una granada, les preguntaba a los mayores: ¿cómo no se caen los granos por el agujero que tiene la granada? Los adultos no hacían mucho caso. No estoy muy seguro de la respuesta ni hoy, científicamente no lo podría decir. (Risas).
¿La imaginación y la creatividad se pueden ver aplastadas por el peso de la realidad o el paso del tiempo?
No es una rueda engrasada, escribir es como todo, si tienes hábito de escribir no se pierden las facultades (a no ser que tengas una dificultad como pérdida de memoria). Es un antídoto contra el conformismo y la tendencia a decir: “Ya soy mayor y me conformo con lo que tengo”. La escritura llama al creador y te usa como instrumento para comunicarse y comunicar ideas.
‘Mundos de andar por casa’. ¿De lo local a lo universal?
Sí, a mí me gusta mucho partir de lo que tocamos, de lo que vemos, de lo que sentimos muy cercano y elevarlo a hacerlo universal, comprensible en toda la Tierra, incluso en el cosmos. El disco parte de un señor que está sesteando en un sofá y se imagina que es una nave espacial que vuela por el espacio. De repente entra la realidad y se imagina que todos los males del mundo los absorbe un agujero negro. El agujero negro de las tuberías.
¿Dónde encontramos esos agujeros negros para absorber los males y las tristezas?
Normalmente en la gente que está a nuestro alrededor, las personas dispuestas a ayudar, en quienes dan sin pedir nada o muy poco a cambio. La verdad es que lo bueno de hacerse un poco mayor es que ya dejas de competir. Hay otras cosas de ser mayor que me fastidian, como no poder subir una montaña, pero una de las cosas más bonitas es el respeto con el que se me acerca la gente, el cariño y la amistad.
¿Se empastan sus poemas y las melodías con tanta facilidad como parece?
En un tema hace referencia al Gran Wyoming y dice: “Nos hemos preguntado si se abolirán las leyes que nos llevan al siglo XIX”.
Veo todas las noches el informativo de Wyoming, me divierte mucho. Te enteras de las noticias con gracia y humor. Lleva invitados muy inteligentes que exponen muy bien sus criterios. Me relaja, me calma, me divierte. Es preocupante ver el retroceso y los recortes de libertades en algunos temas.
Le ha hecho un homenaje a Gloria Fuertes en ‘Grillos’. ¿Qué representa ella en su vida?
La conocí, hablé poco con ella pero eran conversaciones muy intensas. Era muy divertida y me dijo que dejara de cantar, que lo hacía muy mal, y que escribiera, que podía ser un gran poeta. Y me dijo: “Te quiero dejar libre, tú escribe cuando yo ya no esté en este mundo cruel”. Grillos es un homenaje a su nacimiento, me parece un mujer muy libre para la época en que le tocó vivir, una pionera en muchas cosas, con una poesía deliciosa, aparentemente ingenua pero llena de mordacidad y misterio.
Otra canción, ‘Llegaron las cigüeñas’, relata la actividad de estas aves cuando llegan a su casa. ¿Qué recados dice que le mandan hacer?
(Risas). Normalmente te mandan a la compra. A que compres la leche, los yogures. Mi asombro ante un estante lleno de yogures es total y absoluto. Hay tanta variedad que nunca acierto. Llego a casa y no, no lo quería griego sin azúcar y sin lactosa. (Risas). Yo creo que este mundo no está hecho para los poetas, porque la perplejidad ante estas cosas es total.
Más de 15 discos y otros tantos libros de poemas. El último, ‘El porteador de sonidos’. ¿Música a través de las palabras?
Es un libro complejo, habla de muchas cosas. Mi prologuista coge una cita que dice que la música ayuda a serenar el espíritu. Creo que explica muy bien mi experiencia con la música, como oyente, cantante, poeta. La música, pero también estar atento al silencio.
¿Estar atento, estar alerta, qué es?
Estar alerta es tener los sentidos despiertos. Creo que oímos más de lo que creemos, vemos más de lo que creemos. Poner atención a un sonido, a una imagen, a una palabra… Estar alerta hace que se manifieste lo mejor de nosotros mismos al captarlo con los sentidos. Lo hacemos nuestro. La Tierra está llena de belleza. Estamos tan acostumbrados a ella que no le damos la suficiente importancia. No lo vemos, no lo hacemos propio.
Es imposible hacerle una entrevista y no hacer referencia a su mítico ‘A cántaros’. Reactualizado en lo político pero deseado también por la necesidad de limpiarnos de tanta contaminación.
Tiene que llover a cántaros, sí. Que nos limpie la atmósfera y que nos limpie también la mente, que la tenemos muy polvorienta con mensajes que nos llegan cada día de diferentes sitios.
Su poesía y su música batallan contra la inhumanidad. ¿Es el gran mal de nuestro tiempo?
Creo que estamos en un momento de transición, en un cambio de civilización y debería ser pacífico, que quienes saben que han perdido dejen paso a quienes han ganado. Esto está por confirmar en las urnas, pero creo que lo que ha de suceder terminará sucediendo (me refiero a nivel político). Y a nivel humano, necesitamos un ser humano nuevo, solidario, generoso, lejos de este personaje que acumula millones y no sabe ni para qué los tiene, que por otro lado creo que es infeliz y desgraciado. El planeta Tierra es el mejor de toda la galaxia, deberíamos amarlo como la casa y el hogar que es para todos. No creo que sobre media humanidad. Si la riqueza estuviera bien repartida no habría necesidades. Que la vida humana se convierta en un negocio en la guerra, en la violencia, que se destruyan ciudades que luego se vuelven a construir es un sinsentido total.
No pierde la confianza en el ser humano.
El día que pierda la confianza en el ser humano y sus potencialidades, seguramente dejaré de escribir y de cantar. Y me sentaré a esperar que me llegue la hora.
(Entrevista de Silvia Melero publicada en El Asombrario)