Teresa Forcades: “Los recortes son políticas de criminalidad y no de austeridad”

Con hábito dentro del monasterio de Sant Benet (Montserrat) y con hábito fuera cuando está ocupando plazas, dando charlas o, durante este año, impartiendo clases de Teología feminista en la Universidad de Berlín. Teresa Forcades (Barcelona, 1966) es doctora en Teología y Salud Pública, médica, feminista y anticapitalista. Impulsa en Cataluña el Proceso Constituyente para forzar un cambio político, económico y social. Ha escrito La teología feminista en la historia (Fragmenta Editorial) y recientemente ha publicado Sin miedo (Icaria Editorial) junto a Esther Vivas. Ha dicho que no cree que una persona se pueda realizar amputando su sexualidad y que un célibe puede enamorarse. Defiende el sacerdocio femenino y el matrimonio homosexual y pide una reforma radical en la Iglesia, denunciando su estructura misógina y patriarcal.  El periódico The Guardian dice que es una líder atípica en una Europa del Sur fragmentada. El interés mediático y social que ha suscitado esta monja benedictina traspasa nuestras fronteras. 

Según la BBC es la monja más radical de Europa, ¿cómo recibe este tipo de afirmaciones? Esto de las etiquetas no me va mucho, yo estoy por la teología y la teoría queer, que es la manera de hablar del mundo superando las etiquetas, con ojos y sensibilidad para hablar de lo concreto, se trata de descatalogar. Pero a todo el mundo le gusta que sus opiniones interesen y en este sentido lo valoro.

¿De dónde le viene la rebeldía y ese compromiso con la lucha real y no teórica? Del Evangelio. Mi educación de pequeña no era nada religiosa. Recibí de mi familia el interés por la justicia social. Yo tenía nueve años cuando Franco murió, había una conciencia social muy fuerte que era colectiva y que ahora empieza a existir de nuevo viendo la necesidad de unirnos.

¿Le está pasando factura ser mujer, monja, feminista, activista y anticapitalista dentro y fuera de la Iglesia? Sí, me pasa factura y yo creo que es lo propio. No se puede pretender ser testimonio de nada sin pelarse la nariz.

Son libertades que se conquistan sin esperar a que otros las den… Eso es muy importante. Nos hemos socializado con la idea de que es posible vivir sin tener problemas mayores. Por ejemplo, las mujeres de principio de siglo sabían que de 14 hijos que parían, varios morían. Les daba fortaleza para preveer las dificultades y hacer frente. Es bueno tener la idea de que la vida en sí implica un grado de lucha, (también es percibir todo lo bueno y el regalo que significa estar vivos) pero luchar es una parte normal de la vida. Para eso tenemos manos, cabeza y corazón, para enfrentarnos a lo injusto sin que nos hunda.

Su video sobre la vacuna de la gripe A explicó los intereses de la industria farmacéutica. ¿Los poderes públicos y los medios fallaron en la protección de los derechos de la ciudadanía? Hay un vacío en los medios (el cuarto poder). La libertad no se puede ejercer con una información sesgada. Si te dicen que escojas entre ponerte o no una vacuna “buena”, eliges ponértela si no explican los gravísimos efectos secundarios (en Noruega ha ocasionado narcolepsia a más de 2.000 personas). Uno tiene que valorar los riesgos. Es respetable que cada persona decida correr riesgos, pero hay que saberlo, tienen que informar las autoridades sanitarias. No es aceptable que se engañe a la población y se malinforme. Pasa lo mismo con la política, diciendo que no hay alternativas a los recortes, que yo creo que son políticas de criminalidad y no de austerirad. Un estudio del British Medical Journal de 2010 demuestra que por cada 80 euros por persona y año de recorte en prestaciones sociales aumenta un 1% la mortalidad. He hecho el calculo para la población española y sale una mortalidad de 4.230 personas muertas por año por esas políticas.

Trabajó en Estados Unidos como médica. ¿Lo que vio allí se parece a lo que está pasando aquí con la privatización de la sanidad? Sí, es un calco de un modelo obsoleto que no funciona, podemos demostrar con datos que es peor y más caro. Según la OMS en el año 2000 en el ranking mundial de los 197 países, el sistema sanitario español estaba en el séptimo lugar y el estadounidense en el puesto 37. En EEUU impera la desigualdad. Cuando trabajé de internista vi enfermedades infecciosas que afectaban a población pobre que no tiene seguro médico. Llegaban al hospital de beneficiencia con una evolución de la enferrmedad avanzado. En urgencias me ha pasado que la enfermera me requiera para atender a un paciente que paga seguro médico dejando a otro más grave que paga menos, por tanto hay enfermos de primera y de segunda. Esto ya lo tenemos en España. En el Hospital Sant Pau de Cataluña se cierran quirófanos por las tardes, aumentan las listas de espera pero lo que hacen es alquilarlos a mutuas privadas para gente que paga. Quirófanos hechos con dinero público no están a disposición de los pacientes de la Seguridad Social.

¿Sigue pensando que es necesaria una huelga general indefinida? La huelga no es un fin en sí mismo, es un medio. Lo que hace falta es cambiar esto, priorizando los intereses de la mayoría de la población. Es lo que debería hacer un Gobierno democrático, pero no es el caso. Se toman decisiones políticas para favorecer los intereses de una minoría. Cuando se decide el rescate bancario y, en cambio, se bajan las pensiones es una política claramente en contra del interés general. Eso no se cambia en el actual marco, por eso impulso con Arcadi Oliveres el Proceso Constituyente, una iniciativa anticapitalista que tiene afinidades con otros movimientos del resto del Estado, del área mediterránea europea y otras partes del mundo.

¿Y cómo se cambia? Si no rompemos con el actual orden de las cosas es imposible cambiar esas políticas, se haría solo maquillaje. En el manifiesto tenemos un decálogo de 10 puntos que pueden parecer muy radicales porque incluyen la expropiación de la banca y de compañías energéticas y todo lo que el 15-M reivindicó. Para mí son 10 puntos de mínimos. Si estamos dispuestos a apostar por eso podemos pensar que se abre un futuro mejor para la justicia social, pero si queremos hacerlo sin tocar esos intereses es imposible. Mi crítica principal no es tanto al Gobierno catalán o español sino al modelo. Aunque todos los políticos fueran honestos, esto no se resuelve sin la ruptura con el actual modelo.

Lo que plantea el Proceso Constituyente va más allá del independentismo… Hablamos de independencia primero por un motivo práctico. A nivel estatal no tenemos peso, sería inviable lanzarlo. La repercusión social en Cataluña está siendo importante. Es un proyecto de ruptura urgente. El mundo globalizado tiende a la homogeneidad, para mí eso es contrario a los valores evangélicos y humanos. Yo busco un mundo unido en la diversidad. La historia nos demuestra que sin un Estado propio una cultura y una lengua languidecen. No busco un Estado propio para contraponerlo a otro ni enemistarnos con nadie sino para favorecer en el mundo la unidad en la pluralidad.

No todo el mundo entiende que se pueda defender una opción separatista y, al mismo tiempo, la alianza con otros pueblos para luchar unidos. No se puede negar a un colectivo la capacidad de autogestionarse, la capacidad de decidir. Si hacemos eso matamos la democracia desde abajo. Es necesario tener soberanía plena para cambiar la Constitución, que me parece urgente. Necesitamos cambiar lo que se cambió en el 2011 sin referéndum: la prioridad del Estado español no es la mejora de las prestaciones sociales a la población sino los criterios de convergencia económica dictados por la Troika europea. Es escandaloso.

Afirma que no quiere una Cataluña independiente financiada por la banca. Yo no estoy para trabajar por una independencia que no implique un cambio de modelo de sociedad. En el Proceso Constituyente hay gente que si pudiera conseguir esa justicia social sin separarse de España lo preferiría, pero están ahí porque les parece que es el lugar más posible en estos momentos para que se produzca esa ruptura. Hay otras personas que sí querrían una Cataluña financiada por La Caixa, no es mi caso. Hay diversidad de motivaciones. Yo creo que las unidades políticas cuanto más pequeñas, más democratizables son. Si no conoces a tus representantes no puedes controlar de forma real su gestión. Es más fácil comprobar que no ponen una guardería a nivel municipal que saber lo que se hace o no se hace en Bruselas.

Publica junto a Esther Vivas Sin Miedo. ¿Hay un trasvase del miedo y ahora son los estamentos de poder los que se defienden creando leyes de seguridad? Es verdad que hay respuestas por parte del Estado que muestran ese miedo a que se haga la revolución pacífica y democrática (por la que apuesto y creo que es factible). Pero aún hay una mayoría de población con miedo. Hay una mayoría social de personas indignadas, favorables a un cambio, que ya saben que esto va mal. El reto es organizar políticamente a esa mayoría. Ese malestar no es sólo movilizarse un día sino construir la alternativa. Se puede crear un vacío de Gobierno aprovechado por los mismos pero con otra cara. Trabajamos para que el cambio sea real, no desde la espectacularidad transitoria. Es urgente pero necesitamos quizá un par de años para profundizar y organizar.

Defiende la reforma radical de la Iglesia, ¿Francisco va a ser el papa que la lleve a cabo? Está despertando muchas expectativas. Desde el principio con gestos, pero hacen falta realidades y ahora que vemos el documento La alegría del Evangelio se puede decir que es un papa carismático más que dogmático. El carisma nos refiere al Evangelio de Lucas, cuando Jesús lee en la sinagoga: “Aquí el espíritu de Dios está sobre mí porque he venido a anunciar la buena nueva a los pobres, la libertad a los cautivos, el retorno de la vista a los ciegos”. Es un anuncio positivo, a favor de los más desprotegidos y a favor de un cambio para esas personas que están sufriendo. Yo creo que ése es el corazón del Evangelio y es lo que caracteriza al papa Francisco. Tienen que venir reformas estructurales y creo que a lo mejor vamos a verlas.

Francisco está popularizando tal cambio de lenguaje y formas que quizá un día vemos que la recibe a usted y a otras teólogas feministas… Ah, bueno, no lo rechazaría, desde luego.

¿Qué le diría? Primero lo escucharía. Me parece que una persona pública como él merece primero la oportunidad de mostrar cómo es sin poner antes el cliché. Y luego, evidentemente, la prioridad para mí es situarnos a las mujeres de la Iglesia en el lugar que nos corresponde. Y esto no excluye para nada la prioridad de la pobreza, que la he expresado tantas veces, sino que es una misma dinámica, y así lo dice ese capítulo de Lucas cuando habla de una situación sobre la igualdad y desigualdad de las personas. En la Iglesia tenemos potencial, ya en el siglo XVI Teresa de Jesús en El camino de perfección tiene un pasaje que luego fue censurado y que recientemente se ha podido demostrar que corresponde al original teresiano, donde dice no entender que se rechacen trabajos para anunciar el Evangelio sólo por el hecho de ser de mujeres.

Se simplifican mucho los mensajes y los sectores conservadores la han llamado “monja abortista” cuando usted, desde la argumentación teológica, ha defendido el derecho de las mujeres a pensar de otra forma y decidir. Es una estigmatización. De ninguna manera se puede decir que yo estoy a favor del aborto, pero está claro que yo no quiero que la mujer que aborte vaya a prisión.

Ha comentado que históricamente las mujeres han disfrutado de mayor libertad dentro del convento que fuera. ¿Esto es así? Bueno, es parcialmente así. La investigación feminista profundiza en la realidad de esos colectivos de mujeres en monasterios que se han socializado de una forma distinta, alternativa, a la de la sociedad dominante y donde la figura del varón estaba ausente. Ahí se realizan procesos de subjetivación (entenderme a mí misma) de manera que hoy en mis clases de Teología feminista en Berlín muchas de las autoras que trato son monjas (Teresa de Jesús, María de Ágreda, Juana Inés de la Cruz). Mujeres que tenían acceso a la cultura. Pero está claro que esos espacios de libertad estaban y siguen estando dentro de una estructura que es patriarcal y misógina.

Usted habla con mucha naturalidad del enamoramiento o la dimensión sexual, eso descoloca. Es otra asignatura pendiente cómo hablamos de la moral sexual desde el catolicismo y cómo vivimos o entendemos el celibato, que yo valoro, pero hace unos años se consideraba una violación del celibato mirar a los ojos a un hombre o a una mujer o el hecho de tocar a una persona del otro sexo si tenías un voto de castidad. Esto ya hoy no pasa. Entonces, ¿cuál es el criterio, más allá de la cosa cuantitativa de si puedes dar un abrazo o un beso? ¿Cuál es el lugar de la sexualidad en la moral católica? Es lo que hay que plantearse.

Con toda esta actividad fuera del monasterio, ¿qué herramientas usa para equilibrarse? La más imortante es mi comunidad. Cuando tienes esa actividad pública que te convierte en referente para muchas personas hay peticiones, presión mediática, y eso ha hecho que me dé cuenta de mi propia vulnerabilidad porque puedes distorsionar un poco la percepción de las cosas si tienes que estar continuamente atendiendo esas demandas. Contar con 35 mujeres a las que no les intereso porque sea mediática sino porque soy su hermana y me tratan como a una más es un elemento fundamental de mi salud mental. Cuando estoy en el monasterio la vida se equilibra con los tiempos de oración y de trabajo que yo recomiendo a todo el mundo: seis horas de trabajo y cinco de rezo o de silencio para la búsqueda de espacios interiores y el diálogo con ese Amor que nos espera, nos acompaña y nos anima siempre. Aunque sea unos minutos diarios para meditar o tomar conciencia, es la fuente de positividad y energía. Y luego comer y dormir bien, claro.

(Entrevista de Silvia Melero publicada en revista 21)