Sesiones de sexo y discapacidad

las_sesiones_1446_622x466He visto Las sesiones (dirigida por Ben Lewin y protagonizada por John Hawkes y Helen Hunt). Maravillosamente protagonizada, por cierto.

El caso es que me ha encantado la ternura, la naturalidad, la franqueza y el sentido del humor con el que aborda el tema. Un hombre con discapacidad contrata a una terapeuta sexual porque no quiere morirse sin experimentar. Es un periodista y escritor católico. De forma directa, abierta y sincera se lo plantea a su sacerdote. Interesante personaje, capaz de no condenar y dispuesto a comprender y apoyar.

Si al tema tabú (y todavía medio prohibido) del sexo le añadimos el elemento de la discapacidad, ya tenemos un tabú elevado al cuadrado. Porque hablar de los derechos sexuales de las personas con discapacidad es un poco incómodo. Porque “con la que tienen encima, cómo van a estar pensando en el placer físico”. Claro. Deshumanizamos su existencia. La ola de paternalismo y sobreprotección que hay en torno al mundo de las discapacidades (físicas e intelectuales) provoca muchas veces que los propios familiares y amigos no escuchen -o no quieran escuchar- sus anhelos, sus necesidades, sus deseos. Esto, sumado a que en muchos casos necesitarían la ayuda directa de una tercera persona para poder tener relaciones sexuales (debido a su inmovilidad), lo complica todo. 

La película dignifica la sexualidad en la discapacidad y dignifica el papel de una terapeuta sexual profesional (una pena que aún ese papel no nos lo muestre un hombre), sensibilizada con el tema y consciente de la labor que desempeña.

Y lo hace sin prejuicios. Hace un año, me decía Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga y directora de Proyectos de Rara Avis, que pensamos que la discapacidad no tiene sexualidad y no la aceptamos, pero en realidad es connatural al ser humano. Y añadía que “los tabúes discapacitan más que el propio grado de discapacidad”. Pero los tabúes pesan y mucho. Y por lo general a las personas con dificultades se les reprime el instinto sexual desde la adolescencia, impidiendo su sano desarrollo.

Circulan por ahí ideas erróneas como que las personas con discapacidad intelectual son más promiscuas o no controlan sus impulsos sexuales. En realidad, lo que pasa es que nadie les ha explicado de forma natural, nadie les ha permitido acceder a la educación sexual.

Como en otras facetas de nuestras vidas, es más fácil no abordar la cuestión, no enfrentarla, y mirar hacia otro lado. Negarla.

Por eso me ha gustado tanto la película. Porque mira de frente. Porque escucha al otro. Porque lo toca, con besos y caricias.

Reportaje El sexo y el amor no entienden de discapacidad