Mujeres Tierra: enraizándome

arbol raicesMis abuelas. Mujeres Tierra. Las entrevisté hace tiempo para un reportaje sobre mujeres rurales. Me siento muy orgullosa de mis raíces cántabras y segovianas. Sé bien de dónde vengo. Mis recuerdos de infancia saben a leche recién ordeñada, a trabajo y constancia, a pan de pueblo, a campos sembrados por campesin@s, a queso fresco recién hecho, a sudor, a moras con vino, a bosque húmedo, a humildad, a dificultades, a la bravura del mar, a las ciruelas del huerto…

No quiero idealizarlo en exceso, la vida en los pueblos no es fácil. A veces el aislamiento y la falta de servicios dificultan el contacto con otros mundos y otras formas de pensar. El trío de poder cura-alcalde-terrateniente todavía existe en nuestros días. Todavía hay miedos, prejuicios, culpas, caciques…

Pero pienso en todas las mujeres del mundo rural (mujeres luchadoras, trabajadoras, con vidas difíciles y que nunca tuvieron el reconocimiento laboral, social ni familiar por las estructuras patriarcales dominantes) y veo muy claro que los pilares que vertebran mi vida están ahí. He nacido y crecido en una gran ciudad. Me gusta (mucho) Madrid. He tenido más oportunidades que mis abuelas para tomar decisiones, estudiar, ser independiente, trabajar de forma remunerada… Pero, ¡vaya! Leo, otra vez, que los hombres ganan un 16% más que nosotras. Y me cabreo. Otra vez.

Mujeres rurales, doblemente invisibles